miércoles, 25 de noviembre de 2009

Lo prioritario son los cambios políticos

Por: Gabriel Becerra Y.

No hay que dejarse confundir por la ofensiva propagandística y el chauvinismo que busca desviar la atención del acelerado proceso de descomposición y crisis política que se esta viviendo en el país. Es imposible ocultar el deterioro interno y externo del proyecto continuista de la derecha. Las dificultades son crecientes, prácticamente se presentan en todos los campos. La política exterior colombiana se desvanece en las fauces del imperio y con ello, se asiste al mayor aislamiento de la Cancillería, muy posiblemente en toda su historia. La debilidad de Uribe es aprovechada y explotada fríamente por el gobierno estadounidense, con Obama al mando, para profundizar sus planes de dominación en el país y sabotear el proyecto autonomista y democratizador que avanza en Latinoamérica.

El objetivo prioritario, por ahora, es Chávez y la revolución venezolana. En eso no hay que confundirse ni terminar diciendo lo que la derecha quiere poner a repetir a todo el país. Si alguien tenía alguna duda, que juzgue el ya abierto respaldo del Departamento de Estado al golpe político militar de la derecha en Honduras. Se necesitan posiciones soberanas, latinoamericanistas, no patrioteras, y mucho menos oportunistas.

En el campo interno el panorama no es distinto. La crisis económica no es cualquier dificultad, el cuento del “blindaje” no pasa de ser un chiste de mal gusto del ministro de hacienda, y ésta se agrava por la caída sostenida de la producción industrial, la inversión extranjera y las remesas durante todo el año 2009, como consecuencia directa de la crisis capitalista mundial; a lo que se suma en los últimas meses, la perdida del 71% del intercambio económico con Venezuela, segundo socio comercial del país, con consecuencias sociales explosivas para millones de compatriotas, que se integran al ya elevado desempleo y a las cifras alarmantes de informalidad que también se refleja en la creciente conflictividad e inseguridad en las zonas urbanas.
En el campo político, el plan reeleccionista, a pesar que cuenta con una campaña abierta desde el Palacio de Nariño a través del clientelismo y la corrupción, no logra unificar al establecimiento y enfrenta ya un rosario de ilegalidades y contradicciones, la última de ellas, la decisión de los conjueces designados por el Consejo Nacional Electoral de dejar sin validez las firmas del referendo. La “seguridad democrática” también enfrenta graves problemas financieros, militares y éticos, pues sigue sin ser capaz de resolver a su favor el conflicto armado interno, después de siete años, y por el contrario, mantiene niveles deshonrosos de violaciones a los derechos humanos.

Ante esta situación, la salida y el llamado debe ser uno solo: Insistir en la necesitad urgente de los cambios políticos que conlleven a una salida popular y democrática de la crisis. Estos cambios sólo serán posibles si se actúa en función de una plataforma programática y una práctica consecuente, ajustada a las necesidades del momento y construida unitariamente. Si se tiene una táctica inteligente y flexible que pueda articular las resistencias y las luchas sociales por el derecho a un salario digno, al empleo, el territorio, la salud y la educación pública, con las luchas políticas por la paz, contra las bases militares, la reelección y a favor de las campañas electorales del PDA para el mes de marzo y mayo del 2010.

Ya es hora de que hagamos que el PDA actúe con mayor decisión a todos los niveles, movilice y haga visible su plataforma política de cambio para este momento de crisis, que deben encarnar y liderar, en primer lugar, las candidaturas a la Presidencia y al Congreso de la República. No favorece prologar el lamentable estado de indefiniciones que solo ayuda a la confusión y a la dispersión. Se necesita salir a la calle o casa a casa si es necesario, a disputar el respaldo popular y a romper el embrujo autoritario que la derecha quiere mantener. Eso es lo prioritario y lo central ahora. Concentrarse en las tareas políticas y electorales, pues será en ese terreno, donde se mida el avance concreto de los intereses populares en medio de semejante desbarajuste al que asistimos.

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