lunes, 21 de diciembre de 2009

Investigación del procurador Ordoñez, burda maniobra para acallar a la oposición

La decisión del Procurador General, Alejandro Ordóñez, de abrir investigación disciplinaria contra el concejal Jaime Caycedo, secretario general del Partido Comunista Colombiano y otros líderes del Polo Democrático Alternativo por presuntos vínculos con grupos armados, refleja bien la intención del régimen de intensificar la persecución y el hostigamiento a la oposición como estrategia de ocultamiento frente a las graves y probadas denuncias respecto de los nexos del narcoparamilitarismo con la camarilla gobernante y con sus apoyos directos incrustados en el Congreso de la República gracias a la financiación y el respaldo armado de los capos paramilitares que han sembrado el terror y han bañado con sangre todo el territorio colombiano.

No existe prueba alguna que pueda servir para abrir investigación contra Jaime Caycedo, toda vez que su lucha política y su vida académica las ha ejercido a la luz pública, con base en una línea de principios que valora las libertades democráticas, la movilización de masas, la lucha popular y el debate político abierto, con altura y rigor científico. Su actividad pública y privada refleja su postura en la búsqueda de una solución política, pacífica y negociada al conflicto armado histórico que vive el país.

Siempre ha sostenido que su lucha es por cambios profundos al sistema político y económico que rige a Colombia, causante del marginamiento y empobrecimiento de la mayoría del pueblo y el enriquecimiento injustificado de las minorías que detentan el poder.

Ha contribuido a la búsqueda de la paz en el marco de los espacios oficiales que distintos gobiernos establecieron con el objeto de desarrollar diálogos e intercambios de opiniones entre partidos políticos e insurgencia, como bien conoce el país. Ha participado en diversos foros, seminarios y eventos políticos nacionales e internacionales donde ha defendido la negociación política y los intercambios humanitarios, consecuente con su posición política y sus principios.

El Partido Comunista denuncia la intencionalidad política perversa expresada en la apertura de esta investigación, en el sentido de buscar el desprestigio de la organización, una de las principales fuerzas del proceso de unidad de la izquierda colombiana en torno al Polo Democrático Alternativo. Tal estrategia resulta evidente en los procesos abiertos contra otros dirigentes del Polo Democrático Alternativo como el senador Jorge Enrique Robledo, la senadora Gloria Inés Ramírez y el representante Wilson Borja o la senadora liberal Piedad Córdoba, todos caracterizados críticos y opositores del gobierno de Uribe Vélez. Esto en medio de la campaña electoral que está en proceso donde se cuestiona la legitimidad del gobierno nacional y la ilegalidad de la reelección que Uribe pretende imponer a toda costa, aun en contra de la Constitución Política y de las leyes vigentes, pasando por encima de todo escrúpulo republicano.

Ha sido rechazada la forma ilegal como fueron obtenidos los supuestos archivos de los tristemente famosos computadores de Raúl Reyes, como la manipulación de sus contenidos mismos, obtenidos mediante una operación ilegítima de violación de la soberanía de un país hermano. En su oportunidad, autoridades policiales y académicas de diversos países han demostrado tanto las inconsistencias en la manipulación de los archivos como en los procedimientos para asegurar la cadena de custodia.

El Partido Comunista exige el respeto al debido proceso y la transparencia absoluta en el manejo de esta investigación. Rechaza con firmeza este nuevo intento de silenciamiento a la libre expresión y reclama el derecho de la oposición a desarrollar su actividad. Llama a levantar una gran expresión de respaldo al secretario general del Partido Comunista Colombiano y a los demás implicados en esta burda maniobra del ilegítimo y turbio régimen uribista.

PARTIDO COMUNISTA COLOMBIANO
Bogotá, diciembre 21 de 2009

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El polo denuncia persecución política contra el Senador Robledo y el Concejal Caicedo


El Polo considera que las acusaciones del Procurador contra el Senador Robledo y el Concejal Caicedo, es una inminente persecución a la oposición del Gobierno Nacional.

El Comité Ejecutivo Nacional considera que la medida del Procurador General de la Nación contra el Senador Jorge Robledo y el Concejal Jaime Caicedo, de abrir investigación por supuestos nexos con las FARC no tiene fundamento.

- Según el Presidente del Polo Democrático Alternativo, Senador Jaime Dussán, cientos de ciudadanos colombianos, como el Ex Presidente Pastrana, han sido mencionados en estos computadores de las FARC y todos no son investigados por la procuraduría, demostrando una inminente persecución contra la oposición al gobierno del Presidente Uribe.

El Comité Ejecutivo Nacional del Polo Democrático Alternativo considera que la medida del señor Procurador General de la Nación de abrir indagación contra el Senador Dr. Jorge Enrique Robledo y el señor Concejal de Bogotá Dr. Jaime Caicedo, no tiene ningún fundamento cuando quiera que este tema ha sido suficientemente debatido y la conclusión es que los ciudadanos que han sido mencionados en los supuesto computadores del abatido Raul Reyes, nada tienen que ver con relaciones o compromisos de estos dirigentes con actuaciones en la guerrilla de las FARC.

Cientos de ciudadanos nacionales y extranjeros empezando por el Ex Presidente Pastrana, han sido mencionados según informes en dichos computadores y todos no son investigados por la Procuraduría, hecho que demuestra persecución contra dirigentes de la oposición que han criticado la conducta y el actuar de la Administración Nacional.

El Polo no tiene la menor duda que los doctores Robledo y Caicedo saldrán airosos de estas investigaciones porque son inocentes y reconocidos nacional e internacionalmente por sus actuaciones democráticas y transparencia en el ejercicio de sus cargos.

El Polo considera que las acusaciones del Procurador contra el Senador Robledo y el Concejal Caicedo, es una inminente persecución a la oposición del Gobierno Nacional.

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Panamá: Prohibido olvidar



La madrugada del 20 de diciembre de 1989 es inolvidable, no sólo para los panameños sino para todos los latinoamericanos.

A diferencia del show montado por el Imperio Norteamericano para que mediáticamente se viera su poderío contra quien fuera su amigo, Saddam Hussein, esta vez de las acciones se supo un poco mas tarde, cuando ya estaban en desarrollo, aunque habían sido advertidas a algunos personeros que luego resultaron protagónicos, Endara por ejemplo.

El gobierno de Bush (padre), que fue también amigo del general Manuel Antonio Noriega, se deslindaba de él y lo acusaba de narcotraficante. Con esa excusa invadieron un país, y masacraron a más de 3.000 personas civiles en "aras de la defensa de la libertad y la democracia".

La historia de Panamá no ha sido precisamente una historia de triunfos. Ese país, que fuera parte de la Nueva Granada, la Gran Colombia y Colombia, carga en su baúl histórico muchas invasiones de todo tipo y la segregación de su territorio por apetencias económicas del Imperio Norteamericano que propició su llamada independencia en 1903.

Sigue doliendo Panamá a 20 años de un acontecimiento por el cual todavía se reclama conocer el número de víctimas y la reivindicación política, social y económica de ese pueblo.

Hay que mirarse, hoy más que nunca en ese espejo, analizar la actuación de Noriega y preguntarse apoyado por quién comenzó a desarrollar su torcido accionar.

Hay que mirarse en las formas en que el gobierno de Estados Unidos interviene para salvaguardar lo que considera importante para él. Allá fue el Canal de Panamá y la posición estratégica del país itsmeño; acá es el petróleo y más.

Hay que mirarse con vista corta, mediana y larga para no repetir, ni pueblo ni gobierno, los errores que condujeron a este trágico episodio del pueblo panameño.

¡Levantamos nuestra voz de repudio a la actuación del imperio contra Panamá!

¡Levantamos las banderas de la solidaridad con el pueblo panameño!

Para luchar también contra el olvido ponemos a disposición de nuestras lectoras y lectores una recopilación de los hechos y los testimoniales de opinión de algunos panameños así como una pequeña cronología de la actualidad de Panamá.

La última invasión yanqui a Panamá

Panamá a 20 años: La cruda verdad de los hechos

Olmedo Beluche*

Veinte años han transcurrido. Aún los muertos gritan en silencio contra el olvido, exigiendo que sus nombres sean pronunciados y pidiendo justicia. La quinta parte de un siglo ha pasado y todavía el pueblo panameño desconoce cuánto daño nos hicieron. Como muchos otros crímenes en este país, los hechos siguen sin esclarecerse del todo, sin investigación judicial, sin proceso y sin castigo.

Los amanuenses al servicio de EE.UU pretenden que el acto más sanguinario contra la nación panameña sea recordado “como una liberación”, en palabras del ex arzobispo Marcos G. McGrath, tal y como han logrado, con cierto éxito, respecto a la separación de Panamá de Colombia en 1903, pasando como “ independencia ” el acto que nos convirtió en colonia.

Como ya hemos indicado en el capítulo VI de nuestro libro Diez años de luchas políticas y sociales en Panamá (1980-1990), hay que distinguir entre los objetivos manifiestos por el gobierno norteamericano y los objetivos reales.

Sería ingenuo aceptar a priori los argumentos del ex presidente George Bush padre, en el sentido de que se invadió a Panamá para traernos la “democracia ” y sancionar al “ narcodictador ” Manuel A. Noriega. La prueba fehaciente de que el objetivo norteamericano no era “liberarnos” del dictador fue que el 3 de octubre de 1989, cuando Moisés Giroldi y un grupo de oficiales dio un golpe de Estado y arrestó a Noriega, las tropas del Comando Sur se hicieron las desentendidas.

El objetivo primario de la invasión era establecer un régimen estable que, con apariencia democrática, garantizara la aplicación de las políticas neoliberales. Este objetivo quedó patentado en el llamado Convenio de Donación, por el cual se darían algunos millones de “ayuda” económica a cambio de la aplicación de un estricto plan neoliberal.

En el tema de las bases militares, el nuevo gobierno de Ricardo Martinelli ha iniciado la instalación de cuatro bases militares en territorio con financiamiento y asesoría norteamericana.

Desde la perspectiva de las víctimas, reiteramos lo dicho en nuestro libro “La verdad sobre la invasión” : “En una sola noche las tropas norteamericanas asesinaron 100 veces más panameños que en 21 años de régimen militar. En una sola semana se hicieron 100 veces más prisioneros políticos que los que hubo durante los 5 años de régimen norieguista”.

Pese a la ausencia de una investigación oficial, la Iglesia Católica pudo reunir los nombres de cerca de 500 asesinados, la mayoría de ellos civiles. Las fosas comunes de El Chorrillo, Corozal, Arco Iris y Chepo siguen sin abrirse.

Cerca de 20,000 personas perdieron sus hogares esa noche, hubo al menos dos mil heridos. Algo que muchos ignoran es que se hicieron cerca de 5000 arrestos políticos. Las pérdidas materiales, en especial del Estado panameño, siguen sin sumarse.

Veinte años después, cuando parecía que iba a hacerse algo de justicia a través de una ley aprobada por la Asamblea Nacional, en diciembre de 2007, para establecer el reclamado Día de Duelo Nacional y una Comisión Investigadora, ésta fue vetada por el presidente Martín Torrijos, sin que los diputados proponentes hayan intentado imponerla por insistencia.

El balance histórico sigue siendo favorable para los victimarios y desfavorable para las víctimas.

En espera de que, más temprano que tarde, una nueva generación de panameños y panameñas logre un gobierno que reivindique la memoria de los héroes y mártires del 20 de Diciembre, nuestra pequeña contribución a la justicia que reclaman los muertos estriba en que se conozca la cruda verdad de los hechos.

(+) Sociólogo. Autor de los libros “Diez años de luchas políticas y sociales en Panamá” y “La verdad sobre la invasión”.

olmedobeluche@hotmail.com

LOS HECHOS

El 20 de diciembre de 1989, el presidente de Estados Unidos George H. W. Bush autorizó la operación militar denominada Causa Justa, justificando la invasión a Panamá con los siguientes motivos:

• Proteger la vida de los ciudadanos estadounidenses que residían en Panamá.

• Defender la democracia y los derechos humanos en Panamá.

• Detener a Noriega para enfrentar delitos de tráfico de drogas.

• Respaldar el cumplimiento del Tratado Torrijos-Carter.

El aparente propósito fue capturar al general Manuel Antonio Noriega, Comandante en Jefe de las Fuerzas de Defensa de la República de Panamá, quien era requerido por la justicia estadounidense acusado del delito de narcotráfico.

ANTECEDENTES INMEDIATOS

El 11 de octubre de 1968, los mandos medios de la Guardia Nacional, encabezados por el Mayor Boris Martínez, dirigieron un golpe de estado derrocando al entonces presidente electo y constitucional Arnulfo Arias Madrid, que había tomado posesión del cargo hacía sólo 11 días. Este evento dio inicio a una dictadura militar liderada por una junta provisional de gobierno que duró hasta 1969, cuando asumió el cargo de Comandante en Jefe el General de Brigada Omar Torrijos Herrera. En 1972 el gobierno militar designó un Congreso Constituyente que redactó una Carta Magna y nombró a Demetrio Basilio Lakas como Jefe de Gobierno y al General Omar Torrijos como Jefe de Estado. Como un objetivo político del gobierno se negoció un nuevo tratado del Canal de Panamá, que reemplazó al modelo negociado en los años 1960 por medio del Tratado Johnson – Robles.

En 1977, el General Omar Torrijos Herrera como Jefe de Estado de la República de Panamá y Jimmy Carter como Presidente de los Estados Unidos de América, firmaron los nuevos Tratados del Canal de Panamá o Tratados Torrijos-Carter, por medio de cuyas cláusulas principales los Estados Unidos acordaron la devolución de los territorios administrados, el control de la operación del Canal, el cierre de las bases militares y la salida de todos los soldados estadounidenses de Panamá. El Tratado Torrijos – Carter acordaba un calendario para la transición de todos los aspectos referentes al Canal de Panamá, antes del año 2000. Sin embargo, condicionaba la defensa de la vía de manera conjunta, dando la posibilidad de intervenir armadamente en Panamá si la operación del canal se viese comprometida. En 1983 asumió el cargo de Comandante en Jefe de las Fuerzas de Defensa de Panamá el General Manuel Antonio Noriega, quien fungió por muchos años como G2 o Jefe de la Inteligencia Militar panameña y se le identificaba como estrecho colaborador de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos. En las elecciones presidenciales de 1984, las primeras por voto popular desde el inicio de la dictadura militar de 1968, fue declarado vencedor Nicolás Ardito Barletta ante el clamor popular de fraude. En tanto, en EE.UU., el senador Jesse Helms exigió que el gobierno norteamericano tomara las medidas necesarias para sacar a Noriega, pero el director de la CIA William Casey salió en defensa del general panameño alegando que éste realizaba tareas importantes para el gobierno de los Estados Unidos.

Pero en 1984 las relaciones con los Estados Unidos se deterioraron cuando Noriega exigió y consiguió el cierre de la Escuela de las Américas en territorio panameño. En dicha academia se formaban militares latinoamericanos que recibían instrucción bélica con un marcado contenido político anti-comunista por parte del Pentágono. En 1985, Nicolás Arditto Barletta renunció a la presidencia bajo presiones por tratar de esclarecer el atroz crimen del Dr. Hugo Spadafora, opositor del dictador; quien en reiteradas ocasiones acusó al General Noriega de diversos delitos incluidos asesinatos y narcotráfico, siendo reemplazado por el primer vicepresidente Eric Arturo Del Valle.

El segundo al mando de las Fuerzas de Defensa, Coronel Roberto Díaz Herrera, fue pasado a retiro en 1986 por órdenes directas del General Noriega. Díaz Herrera hizo declaraciones públicas acusando al General Noriega de fraude electoral en 1984, asesinato político y de complicidad en la muerte de Torrijos, lo que generó fuertes protestas entre la población y la creación de un movimiento denominado Cruzada Civilista. En 1988, Eric Del Valle en su calidad de Presidente de la República destituyó al general Noriega como Jefe de las Fuerzas de Defensa, quien arremetió con todo el poder del ejército bajo su mando contra la nación panameña, desconociendo a Eric Arturo Del Valle como presidente y Roderick Esquivel como vicepresidente. Del Valle se refugió en la embajada de Estados Unidos y luego fue trasladado fuera del país. Asumió el control del gobierno Manuel Solís Palma como Ministro Encargado de la Presidencia. Sin embargo, el embajador de Panamá en Estados Unidos Juan Sosa fue reconocido como única autoridad del gobierno panameño en el exilio.

Los Estados Unidos comenzaron un bloqueo abierto contra el gobierno leal a los militares panameños, lo que ocasionó una crisis económica, llegando incluso al congelamiento de los bancos para evitar la fuga de capitales. Durante este tiempo los Estados Unidos negociaron condiciones para el retiro del General Noriega del poder sin obtener resultados. En mayo de 1989 tuvieron lugar las elecciones presidenciales entre el candidato de la oposición al régimen militar, Guillermo Endara Galimani, y el candidato respaldado por el gobierno Carlos Duque Jaén resultando vencedor Endara Galimani con un triunfo arrasador. Al presentarse los resultados de la votación, el General Noriega impartió instrucciones al tribunal electoral para declarar suspendidos los comicios electorales.

En septiembre, en lugar de asumir la presidencia el vencedor de las elecciones de mayo, fue suspendida la constitución y se designó como encargado del Órgano ejecutivo al Ingeniero Francisco Rodríguez, allegado al General Noriega.

Al mes siguiente, fuerzas rebeldes dirigidas por el mayor Moisés Giroldi Vera, tomaron el cuartel central y retuvieron a Noriega. Giroldi, jefe de la compañía de fusileros responsable de la seguridad de la Comandancia, había abortado ya un intento golpista contra Noriega y ello le valió ser ascendido al rango de Mayor, pero su intento de deponer al General Noriega fracasó ante su indecisión por entregarlo al ejército de Estados Unidos que había enviado un helicóptero para tal fin. La situación se tornó más confusa cuando sus compañeros pedían su anuencia para dar muerte a Noriega, lo que dio tiempo para que la rebelión fuera sofocada por fuerzas leales a Noriega. El Mayor Giroldi y todos los hombres que lo respaldaron en su acción fueron fusilados por instrucciones directas de Noriega.

En diciembre de 1989, la Asamblea Nacional otorgó poderes especiales al General Noriega designándolo Jefe del Gabinete de Guerra, mientras que declaraba a la República de Panamá en estado de guerra contra los Estados Unidos de América. Comenzando el día 20 de diciembre se puso en marcha la invasión norteamericana.

RECURSOS Y ACCIONES

Los norteamericanos dispusieron de 26.000 soldados de las unidades de elite, de los comandos navales, del ejército y la 82ª División Aerotransportada para la invasión. Las Fuerzas de Defensa Panameña sumaban apenas 12 mil efectivos y el país disponía de una minúscula fuerza aérea.

El ejército de los Estados Unidos trasladó a Panamá a la 82ª División Aerotransportada para la operación militar, la cual contaba con 12,000 soldados. Las bases militares norteamericanas en las riveras del Canal de Panamá, según el tratado Torrijos-Carter que legalizaba la presencia militar en el istmo para la defensa conjunta por ambas naciones de la vía acuática, contaban con un ejército de 12,000 los cuales no participaron de la Operación Causa Justa.

Dos días antes del ataque, un soldado norteamericano fue abatido cuando traspasó un retén frente al Cuartel Central de la Guardia Nacional, lo que fue considerado como el detonante del conflicto.

La invasión inició la madrugada del 20 de diciembre de 1989 con el bombardeo de múltiples instalaciones políticas y militares. El objetivo del ataque era anular cualquier respuesta del ejército panameño. El bombardeo destruiría aeropuertos y bases militares como el Aeropuerto de Punta Paitilla, el Cuartel Central en el barrio de El Chorrillo, el Cuartel de Tinajitas, el Cuartel de Panamá Viejo, el Cuartel de Los Pumas, la base militar de Río Hato (donde funcionaba el instituto militar Tomás Herrera, que no era en realidad una escuela de formación castrense) o la Base Naval de Coco Solo.

La Fuerza Aérea de los Estados Unidos utilizó un armamento de última generación, como los aviones furtivos F-117 Nighthawk o los helicópteros de combate AH-64 Apache contra un ejército muy poco equipado. A pesar de la alta tecnología del armamento estadounidense, se produjeron numerosas muertes civiles al ser alcanzados muchos edificios no militares.

El ingreso de los soldados estadounidenses al barrio El Chorrillo, donde se contaban numerosos partidarios de Noriega, fue particularmente sangriento.

No hubo ninguna declaración de guerra y la acción fue condenada por la Asamblea General de la ONU y por la Organización de Estados Americanos (OEA). La operación duró pocos días ante la superioridad del ejército ocupante y la poca resistencia encontrada. Noriega logró escapar y buscó asilo en la Nunciatura Apostólica. Posteriormente, se entregaría a las fuerzas de ocupación y puesto bajo arresto.

Guillermo Endara fue nombrado presidente del país en una base militar de EE.UU. durante la operación. En los días siguientes a la intervención, debido a la ausencia de policía y ante la pasividad de las tropas estadounidenses, se produjeron en varias ciudades saqueos y actos de vandalismo que aumentaron las pérdidas materiales.

-¿Y NORIEGA?.

“Parecía que al panameño se lo había tragado la tierra. Thurman recordó que desde el golpe de octubre habían aumentado la cantidad de hombres en el equipo que se encargaba de monitorear sus movimientos. Agentes de inteligencia infiltrados en la ciudad con equipos de última generación lo seguían a sol y sombra. El martes 19 habían podido comprobar su estadía en Colón, el regreso de la comitiva hacia la ciudad pero, en algún punto del camino, Noriega se les había escapado. Suponían que se había quedado en el Caribe panameño..

Luego del inició de Causa Justa, a lo largo de la madrugada, habían realizado más de 40 intentos por ubicar a Noriega. En Colón atacaron alguna de las casas que solía utilizar, sin encontrar ni siquiera rastros. En Farallón, donde Noriega tenía una casa de playa, tampoco había nadie. No estaba en Amador, ni en la Comandancia, ni en Tinajitas, ni en Panamá Viejo. Los hombres de inteligencia trabajaban sin cesar tratando de rastrear comunicaciones que les permitieran descifrar su paradero. Necesitaban tiempo para interrogar a los militares detenidos. Decenas de comandos Deltas de Operaciones especiales desperdigados en la ciudad estaban en condiciones de actuar ante el menor indicio. Podían llegar en minutos a cualquier parte.

Al amanecer comenzaron a temer que Noriega hubiese logrado escapar hacia Chiriquí, o lo que era peor, hacia Cuba o Nicaragua. Descartaban que estuviese en alguna embajada. Sabían que su familia estaba en la de Cuba pero de él no había rastros.

Para la Casa Blanca su captura era una prioridad. Bush no podía permitirse dejarlo escapar. Los militares a su vez confiaban en que una captura veloz de Noriega, acabaría con cualquier intención de sus hombres de organizarse.

A las 7 de la mañana Bush le habló al pueblo norteamericano. Comunicó que había ordenado una acción militar en Panamá y enumeró las causas: proteger a los ciudadanos norteamericanos, restaurar la democracia y capturar a Noriega. Se comprometía públicamente a velar por el cumplimiento de los Tratados. “Solo lo hice, cuando comprendí que no había otra salida”, se justificó.

Dick Cheney y Colin Powell se pasaron el día haciendo declaraciones. “No sabemos dónde está Noriega”, explicaba Powell, que veía como crecía la presión en los medios por la captura del panameño. “En la práctica hemos decapitado la dictadura de Panamá. Noriega ahora es sólo un fugitivo y será tratado como tal”.

Al caer la noche, sin novedades luego de nuevos rastrillajes, el Departamento de Estado realizó un anunció que reprodujeron las cadenas internacionales: una recompensa de un millón de dólares a cualquier persona que diera pistas que condujeran al arresto del líder panameño. Manuel Antonio Noriega se había convertido en el enemigo público N°1 de los Estados Unidos de América”. (Guido Bilbao. “La caída”)

8 OPINIONES TESTIMONIALES

Una canción en la invasión

Por Poco después de la medianoche del 20 de diciembre de 1989 mi madre me despertó con sobresalto. “Tienes que vestirte y ponerte los zapatos”. Estaba muy nerviosa y se enjugaba los ojos. Yo no hice ninguna pregunta. Ella nunca lo había dicho así pero yo sabía que solo nos mandaba a “poner los zapatos” en caso de que algo urgente estuviera pasando. Como cuando lo dijo años atrás y nos fuimos a vivir un tiempo con los abuelos sin mi padre.

Terminé de vestirme y al entrar a la sala ya estaban allí mis dos hermanos y mis padres. La televisión emitía la señal de Canal 8, el estación de los gringos. Recuerdo que veíamos imágenes pero por alguna razón no podíamos escuchar sonido alguno. Todos tenían expresión muy seria. Me asomé por la ventana pero el barrio parecía muy tranquilo. Desolado. Mis hermanos también llevaban sus zapatos.

Mi primera reacción a todo aquello fue de secreta alegría. Si aquello que estaba ocurriendo se extendía todo el día, seguramente postergaría una semana lo que iba a tener que hacer aquel miércoles de diciembre: cantar una canción de 4:40 frente a la clase de música. Era lo peor que me podría pasar en la vida, pensaba a lo largo y ancho de mis 13 años. De modo que me parecía bien no tener que enfrentar ese embarazo. Con esa expectativa volví a la cama.

Por la mañana temprano corrieron los rumores. “Vienen los gringos registrando casa por casa, están en Arraiján y pronto llegan a Chorrera”. Lo mejor era botar o quemar todo lo que se relacionara con el Gobierno o los militares. Yo tenía mucho miedo a ese rumor. Mi padre era miembro del Partido Laborista, PALA. Teníamos una bandera en la casa, y.si la encontraban seguro nos llevaban a todos, pensaba. Mi hermano mayor y yo la tomamos junto con unos pantalones camuflajes suyos y los cubrimos con basura en la parte trasera de la casa. Más tarde, cuando otra ola de rumores agregaba que ya los gringos estaban muy cerca, desenterramos todo y lo quemamos. Me dio pesar porque a mi hermano cuidaba mucho esos pantalones. Como a las dos de la tarde iniciaron los sobre vuelos. Eran aviones muy ruidosos, en forma de cruceta, que se elevaban y luego bajaban en picada. Justo después se escucharon las explosiones. Estaban bombardeando el Cuartel, cerca de donde vivíamos. Mi mamá sollozaba, apretando en sus manos el Rosario. A mi me hicieron cubrir debajo de la mesa.

Al anochecer mi madre nos empacó algo de ropa. Nos fuimos todos a paso muy rápido a donde una tía, dos casas más allá de la nuestra. Allí pasamos la noche. Yo me crispaba a cada ruido que provenía de afuera. Esa sensación no me abandonaría hasta meses después. A la media noche me mandaron a dormir en una colchoneta, en el suelo, apartado de la ventana. Tomé mi cuaderno de música para repasar la canción de 4:40. Aunque no lo sabía, nunca regresaría al primer año de secundaria. Tampoco sabía que después habría preferido cantar frente a la clase en lugar de tener que ver mis padres llorar en una madrugada tan helada como aquella de 1989.

MANUEL DOMÍNGUEZ

Un reclamo latente

Esta historia tiene que ver con las armas que Estados Unidos dejó Panamá, no durante la invasión sino en los 50 años anteriores. A finales del 2003 el gobierno de Panamá parece haber colgado los guantes al abandonar su justo, legal, moral, e imprescindible reclamo a Estados Unidos de destruir las armas químicas y convencionales vivas que el ejército de ese país dejó abandonadas y esparcidas en territorio nacional.

Tras la propuesta absolutamente inapropiada e insuficiente del 14 de agosto de 2003 que ofreció Estados Unidos al gobierno de Panamá para donar unas pocas herramientas que pudiese usar personal panameño para desactivar siete bombas químicas intactas que yacen al aire libre en Isla San José, nada se ha hecho por adelantar los intereses de nuestro país. Y si el gobierno del presidente Torrijos trató el tema privadamente, evidentemente los resultados no se han visto. El gobierno del presidente Martinelli recién se inicia y no se conoce su posición en este respecto, pero lo cierto es que el tema de la contaminación militar no fue tratado en la campaña política de las últimas elecciones. Hay quienes señalan que el interés de estos gobiernos ha sido quitar del camino cualquier obstáculo a la firma del tratado de libre comercio.

El hecho es que a la fecha existe no menos de tres mil hectáreas de territorio nacional copiosamente contaminadas con armas convencionales abandonadas en las áreas de Emperador, Balboa Oeste, y Piña. Y un número no establecido de armas químicas intactas yace en Isla San José, aunque a la fecha se ha identificado y verificado por la Organización para la Prohibición de Armas Químicas una bomba de 500 libras y seis de 1000 libras cada una. De lo anterior ha resultado en tierra firme un número de muertos y heridos mutilados de los que no se precisa información exacta porque Estados Unidos por casi cien años controló esos territorios y nunca proporcionó estadísticas de los muertos y heridos; aunque en el Ministerio de Salud reposan unas estadísticas recientes que sugieren al menos quince muertos y más de treinta heridos graves.

La obligación y compromiso de Estados Unidos de eliminar tal peligro de nuestro territorio emana de la Convención de Armas Químicas y del Tratado del Canal de Panamá de 1977. El gobierno de la presidenta Moscoso elevó la demanda a las más altas esferas del gobierno de Estados Unidos y ante la Organización para la Prohibición de Armas Químicas, y a pesar de sus esfuerzos perseverantes y responsables, Estados Unidos se mantiene en flagrante violación de la Convención de Armas Químicas, y sin haber cumplido cabalmente el compromiso adquirido por el gobierno del presidente Carter.

Es lamentable que Estados Unidos se aferre a la máxima de Hobbes que el poder confiere la razón, y que el gobierno de Panamá se obnubile por un tratado de dudosos beneficios para nuestro país. Mientras, la contaminación militar sigue como peligrosa amenaza a los panameños.

JUAN MENDEZ

Campo de prueba

...Quién sabe cuántas bombas, morterazos y cañonazos, tiraron sobre Panamá. Al principio era cada segundo. Después cada dos segundos.. No pueden ser menos de varios miles, porque el asedio duró días. En América Latina no hay precedente de un volumen de fuego tan enorme. Las armas más sofisticadas, la tecnología literalmente de guerra espacial, se usó contra el Chorrillo, contra Panamá Viejo, contra San Miguelito, Río Hato, Tocumen, etc.. Combatientes panameños ahí no había más de dos mil. Los norteamericanos eran, contados y declarados por ellos mismos, 27 mil. En consecuencia seguramente fueron muchos miles más. Más de doce por cada panameño. Los panameños armados solamente de fusiles. Los norteamericanos de cañones, misiles, tanques, tanquetas, helicópteros, aviones.. ese fue el ejemplo del "fair play" del que los propios norteamericanos se jactan en sus competencias. Advierto que esta observación se la oí a un periodista de ellos mismos. Y es que el Pentágono les dio muy pocas oportunidades a sus propios periodistas para que se dieran cuenta de lo que estaba pasando en Panamá y lo divulgasen. Esta queja también es de ellos mismos.

Es como si Italia, para jugar contra el equipo de fútbol de un barrio de obreros, mandase su selección nacional. Querer ganar no significa querer masacrar. Aquí se probaron armas y aviones de la más reciente cosecha tecnológica. Como el "stealth bomber", por ejemplo. Por puro ejercicio gimnástico, porque la gracia de ese avión es ser invisible al radar, y en Panamá los únicos radares que hay los controlan ellos mismos. También una especie de rayo que no explotaba, y que sonaba como las llantas de un camión atascado en el lodo. Me han dicho que es una especie de rayo láser. Yo no lo sé. En una ocasión lo vi: era un rayo rojo que lo disparaba un avión caza-bombardero que se dejaba caer en picada. Los barrios populares fueron campo de experimentación, polígonos de tiro donde se ensayaron armas nuevas. Y no sobre blancos de papel y cartón, sino de carne y hueso. Lo dijeron ellos mismos, por desvergüenza, por cinismo o por mera prepotencia, eso de que aquí se estrenaron armas nuevas que han ideado durante los quince años después de su experiencia en el Viet Nam, que tanto les enseñó. El Chorrillo es a los gringos, lo que Guernica fue a los nazis. Ellos mismos, con un humor realmente macabro, le llamaron al Chorrillo "Little Hiroshima". En Río Hato, donde funcionaban dos escuelas, una de Cadetes y otra de estudios secundarios, en la que el estudiante más viejo apenas si llega a los 17 años, se dejaron caer bombas de dos mil libras. Dos mil libras. Yo ni siquiera sabía que eso existía. Ellos mismos lo han dicho. Bombas de dos mil libras.

Actualmente una libra de explosivos debe equivaler a diez de los que usaron en la segunda guerra mundial y en el Viet Nam. Aquí en Panamá se probó en combate el nuevo helicóptero "Apache", más moderno y sofisticado que el Cobra, y que fue diseñado para combatir los tanques del pacto de Varsovia. Tengo entendido que solamente el computador que lleva el Apache cuesta un millón de dólares. Aquí se probó un nuevo chaleco antibala, más liviano y delgado, pero más fuerte, que los anteriores. Igualmente el casco que usaban los soldados, es nuevo. No lejos de mi casa un francotirador panameño le disparó a la cabeza a un invasor. Pero le dio en el casco y al soldado no le pasó nada. Hasta un nuevo menú en la comida fue probado en Panamá. Y estoy hablando únicamente de lo que se sabe, de lo que ellos mismos han dicho...

JOSÉ DE JESÚS MARTÍNEZ

Omar, antípoda de Noriega

Con Hugo Spadafora conversé por vez última en la prenavidad de 1980, en Coronado, en casa de Santiago Torrijos. Me buscó y me dijo al oído, “no deben vernos mas, hablé con el general delante de un tio de Martincito y le conté de todo en relación de Noriega. Le expliqué que ese tipo, pegado al prestigio de Torrijos, está aprovechando los asuntos en Centroamérica para traficar con droga y armas. Por eso me largué del lado de Pastora, aunque no concuerdo hoy con los Sandinistas. El general no sabe lo que tiene al lado ”. Un par de días después le llevé a Omar en Farallón unos documentos, y le mencioné a Hugo y la conversación. Me reafirmó su veracidad: “mientras he estado negociando tratados, cubriendo reunión con líderes mundiales sobre la región, se me salieron los pollos del gallinero, entre ellos lo mas grave es lo de Noriega. Con la CIA aprendió a trabajar por plata solamente”.

Respiré y le dije: “¿Por qué no lo sacas?”. Se sacudió, me apuntó con ojos dilatados. “¿Te gusta ser Robespierre?, no sabes que lo guillotinaron sus compañeros… Roberto, no conoces las grandes ligas, los David que vencen a los Goliath son fábulas, hasta yo le tengo miedo a Noriega, pero es mejor cerca que lejos, no puedo decirte mas”. Solo pude en adelante especular sobre aquellas palabras. No poder alejarse le costó a Omar morir calcinado.

No pude tumbarlo desde adentro en septiembre de 1985, por lo de Hugo precisamente. Pero al rifármela aquél 7 de junio de 1987, sabía suficiente; denunciarlo era retar la muerte, guillotinas modernas.

Recordé las palabras de Omar, y sobre todo las del cura jesuita Bill Davis: “sepa que Noriega es solo un pequeño alfil, usted está metiéndose contra la Casa Blanca directamente”. Mis denuncias tenían que decir cualquier cosa, las que fueran, con tal de conseguir echarlo abajo. Con Omar estuve al lado de un estadista que abrazaron el Mariscal Tito, Fidel, Carter, Giscard D Estaing, Perón, Olof Palme. Felipe González, siendo Jefe de Gobierno, al ser reprendido en Panamá por ser un demócrata y tener intimidad con Torrijos, replicó: “Omar fue un dictador, confeso y converso, pero un fenómeno irrepetible en América Latina”.

A contrapelo, como segundo de Noriega, viví al lado de un íntimo de Pablo Escobar Gaviria. Eran las antípodas. Omar tuvo el mas apoteósico entierro, Noriega está muerto aunque respire.

ROBERTO DÍAZ HERRERA

La pérdida de la inocencia

Yo tenía 10 años aquella navidad en que llovieron bombas y, a falta de regalos, jugamos a armar barricadas en la esquina de casa. Por toda explicación nos dijeron que Santa no llegó porque los gringos le avisaron que siguiera de largo: Panamá estaba en llamas. Pero todo estuvo bien, porque además de no entender qué era lo que pasaba, estábamos entretenidos con el guión de guerra que fracturó la insípida rutina instalando soldados rubios que conquistaban nuestros barrios sobre sus tanquetas y una horda de compatriotas que ganó la calle al grito de “¡saqueo!”

La goma moral vino después. Comenzó al volver al colegio y contabilizar los compañeritos que faltaban. Recuerdo a Jaime, por ejemplo. Como yo, era de los pocos chicos que usaba anteojos en toda la primaria. Era muy gracioso y dibujaba muy bien, quería ser caricaturista. Luego del 20 no lo volví a ver. “Fue la invasión”, se dijo en el aula, como si esas tres palabras al pronunciarse juntas justificasen el vacío, el silencio y la nada. ¿Se fue con los gringos? ¿Era del bando de Noriega? Imposible saber. En el 89 nos burlábamos juntos del maestro Tomáximo, que era batallonero y una vez me amonestó y llamó a mi vieja porque me pilló repartiendo calcomanías de “Endara Presidente”. “Mire en qué anda metido el niño, señora”, le dijo, sin saber que fue ella quien me pasó la propaganda. Qué curioso: Tomáximo sí volvió al año siguiente y creo que aún sigue siendo maestro. Pero a Jaime se lo tragó la invasión.

La nostalgia duró lo que tardó en sonar el timbre del recreo. No teníamos loncheras nuevas, pero sí tesoros de guerra para pifiar. Como todos, tenía varias fotos posando sobre los tanques yanquis. Pero a la hora de comentar lo logrado en el saqueo, mentí olímpicamente e inventé incursiones maravillosas a las mejores tiendas, por no confesar que mi viejo no quiso robar. “Nosotros no”, dijo.

Un año después cayó la Guerra del Golfo Pérsico y todos la vimos por TV. Pese a la distancia, había algo tan cercano en esas imágenes. El narrador cada tanto afirmaba que el armamento había sido probado en la invasión a Panamá. “Así nos dieron”, fue la obviedad que pensamos todos, sospechando que así como veíamos a los iraquíes correr con el control remoto en la mano, otros nos vieron a nosotros. Crecimos y 20 años después yo siento culpa y rabia, y muchos de mi generación también. Anhelamos la caída de la dictadura militar y siendo solo unos niños nos pusimos el suéter que decía Just Cause -¿quién los hizo, que ya estaban listos y repartidos antes que agarraran a Noriega?-. Fuimos parte del juego y celebramos ingenuamente, sin saber que éramos nosotros los que habíamos perdido.

ROBERTO QUINTERO

La “guerra espectáculo”

En EEUU la invasión militar norteamericana de Panamá en 1989 fue considerada un triunfo de la Casa Blanca y, en particular, del presidente Bush (padre). Los medios destacaron la eficacia del operativo contra un hombre tan “peligroso” como Manuel A. Noriega. Los críticos de Bush fueron silenciados y el “triunfo militar” despertó entusiasmo en ambos partidos políticos de ese país. El Congreso aplaudió la “fortaleza” demostrada por Bush y las encuestas de opinión reflejaron un apoyo del 80 por ciento de las personas consultadas.

Para los observadores más serios, sin embargo, la invasión fue considerada como una caricatura de “guerra diversionista”. Fue concebida, planeada y ejecutada por razones de política interna de EEUU. Una guerra diversionista es promovida y desatada por un líder político con “el propósito de lograr objetivos diplomáticos omilitares que pueden contribuir a solucionar sus problemas políticos domésticos”.

En el caso de Panamá, las razones que EEUU ofreció para justificar la invasión fueron banales y sin mayor sentido. ¿Qué justifica entonces el uso de una fuerza abrumadora contra un país que no representaba una mayor amenaza para EEUU? Bush invadió a Panamá bajo el supuesto falso de defender la democracia, de restaurar el orden y de defender a ciudadanos norteamericanos que residían en este país. Los hechos demuestran que esos objetivos, en realidad, no eran los que perseguía EEUU.

La invasión Panamá pretendía recordarle al mundo que Washington continuaba siendo hegemónica en el hemisferio. Además, la invasión militar demostraba que EEUU contaba con un líder, el presidente Bush (padre), decidido a “sobrematar” (over-kill) cualquier adversario. Panamá fue escogido en aquellas circunstancias para lograr esos objetivos políticos que le devolvieran al ocupante de la Casa Blanca su prestigio y posibilidades de reelegirse en las próximas elecciones.

La alianza de EEUU con los partidos políticos tradicionales y la Cruzada Civilista dio como resultado un híbrido político – todavía vigente - que reemplazó a las Fuerzas de Defensa. Esa alianza que cumple 20 años en el gobierno, a pesar de las alternancias en el poder, reproduce gran parte de las políticas desarrolladas por Noriega en la década de 1980: El tráfico de drogas, el neoliberalismo, la creciente violencia, el incremento de la pobreza, los servicios bancarios y la corrupción en todos los estratos gubernamentales y del sector privado.

MARCOS GANDÁSEGUI

Un lugar en la memoria

Llevo tres años trabajando en un programa de arteterapia con niños del Chorrillo; en este tiempo he aprendido infinidad cosas. Una de las primeras que me enseñaron los niños fue cómo y dónde hay que tirarse al suelo cuando en la calle se escuchan disparos. Cada que he pasado allí me ha impresionado el coraje con el que esos mismos niños y muchos de sus familiares encuentran razones para seguir viviendo a pesar de las condiciones tan increíblemente extremas en las que tienen que hacerlo. Hacinados en viviendas miserables- muchas sin agua ni saneamiento- formando parte de familias en las que muchos los adultos responsables no pueden acceder jamás a un empleo estable ni a recursos de ningún tipo, es fácil que crezcan sintiendo que no tienen ninguna oportunidad de nada ni ninguna esperanza de futuro, más allá que la de sobrevivir y tener la suerte de no cruzarse con el camino de alguna bala. Ya no es posible contar el número familias que han perdido a alguno de sus miembros víctima de algún hecho violento y absurdo. El barrio está condenado y el miedo y la violencia son dos presencias constantes. Los niños allí tienen que aprender demasiado pronto lo que significa la muerte y a convivir con ella como parte de su día a día.

No puedo evitar pensar que todo esto es algo que viene de lejos y que tiene que ver con el pasado. Sus padres, sus abuelos, lo cuentan; el Chorrillo antes, era otra cosa. Cuando las bombas destruyeron el vecindario durante la invasión, muchas familias lo perdieron todo; y muchos seres queridos quedaron sepultados y desaparecieron bajo el fuego y los escombros de las viviendas arrasadas. El duelo es una experiencia emocional que marca profundamente a quien la atraviesa. Para que pueda superarse y no impida la vida es necesario, entre otras cosas, poder hablar de la pérdida, darles a los que se fueron un nombre, una tumba, un lugar en la memoria; algo que permita llorarles para dar sentido a lo ocurrido y para poder seguir viviendo con ello. Los que viven allí, sienten que no recibieron ayudas ni compensaciones para empezar a reconstruir sus vidas sobre las ruinas; y sienten, sobre todo, que les negaron sus muertos. Arrastrar un duelo así durante tanto tiempo es una herencia demasiado pesada; una herida abierta que no se puede ignorar si se quiere tratar de entender lo que, a día de hoy, allí se está padeciendo.

PILAR MORENO

Razón y esperanza

La tragedia de la invasión, que provocó la caída del régimen, pareció finalizar con la farsa dictatorial. Desde entonces, se ha hecho realidad en nuestra sociedad la enseñanza de Kundera: “La lucha contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido”.

Transcurridos veinte años, todavía no hemos logrado aprender las lecciones ni hacer el balance de lo ocurrido antes y después del 20 de diciembre de 1989. En el camino, nos hemos quedado sin la Patria de los recuerdos, sin la memoria de lo ocurrido, sin la justicia exigida y sin la voluntad ciudadana de reconstrucción de valores, de visión y objetivos coherentes, de capacidad, de tolerancia y orientación.

La impunidad y la corrupción han logrado predominar y terminar de destruir cualquier recodo de identidad nacional. La amnesia producida por la premeditada ausencia de memoria histórica y colectiva, nos encuentran más atomizados que nunca e incapaces de asumir nuestras responsabilidades ciudadanas en armonía con el nuevo siglo.

La clase política, rápidamente olvidó a quienes lucharon por “justicia, democracia y libertad” desde 1968, se reacomodó prontamente y se refugió en la constitución militarista del 72, la cual han hecho suya para preservar las estructuras de la desigualdad social, cultural, política y económica que prevalece 20 años después. Fortalecido por la demagogia, el clientelismo y el populismo, el Estado primitivo, no es de Derecho, pero sí lo es de patrañas y engaños.

Dos décadas perdidas, donde la claudicación ética sirve para promocionar el desconocimiento del pasado y despojarnos del futuro, gracias a una educación secuestrada, junto a la memoria histórica, por los epígonos de la dictadura y sus plutócratas de turno, quienes han tergiversado lo vivido.

Tengamos presente con Galeano que: “La historia se repite? ¿O se repite sólo como penitencia de quienes son incapaces de escucharla? No hay historia muda…” La única manera de darle voz a la historia es enfrentándola con la verdad, por incómoda o molesta que sea esta verdad. Enseñando y educando no solo lo bueno de nuestra historia, sino también los episodios dolorosos. Solo así podemos reconciliar la razón y la esperanza, construir democracia y justicia, y crecer como Estado y como Nación.

MIGUEL ANTONIO BERNAL


CRONOLOGÍA POSTERIOR A LA INVASIÓN

1990

El gobierno de Guillermo Endara plantea la reconstrucción de Panamá.

El Congreso de Estados Unidos aprobó una ayuda de 420 millones de dólares, 80 menos de los 500 que había pedido el presidente George Bush. Según la Cámara de Comercio, las pérdidas económicas, consecuencia de la operación armada y los saqueos, superaron los 2,000 millones de dólares. La deuda externa de Panamá ascendía a 5.100 millones de dólares.

1991

El 22 de abril la provincia de Bocas del Toro fue sacudida por un sismo de 7.6 grados en la escala Richter de que dejó un saldo de 22 fallecidos y cuantiosos daños materiales. La presidencia de Endara fue cuestionada por el manejo de las ayudas a los damnificados. Mientras tanto se seguía discutiendo los muertos de la invasión. Los más conservadores hablaban de 350 mientras algunas ONG, denunciaban que habían sido más de tres mil.

1992

La alianza de gobierno ADO-Civilista se fracciona. El vicepresidente Ricardo Arias Calderón, de la Democracia Cristiana, renuncia a su cargo denunciando la incapacidad de Endara para resolver problemas. En junio, el presidente de los Estados Unidos George Bush (padre) realiza una visita a Panamá. La ceremonia en la Plaza Belisario Porras se suspendió cuando algunos manifestantes fueron reprimidos con gases lacrimógenos.

1994

Cinco años después de la invasión, regresa al poder la fuerza política del régimen militar, el Partido Revolucionario Democrático (PRD). Ernesto Pérez Balladares, ganó las elecciones generales del 8 de mayo. La historia volvía a enfrentar a los dos grandes mitos de la política panameña: el ex ministro de Hacienda y Tesoro de Omar Torrijos venció a Mireya Moscoso, viuda del caudillo Arnulfo Arias.

1996

En abril Panamá reestructuró 3.900 millones de dólares de su deuda con la banca comercial, incluyendo 1.900 millones de dólares de intereses adeudados. Se estableció un menú de bonos con descuento o a la par con reducción de intereses. Los bonos a la par y con descuento estaban colateralizados con bonos cupón cero del Tesoro de Estados Unidos. Ernesto Pérez Balladares comienza el proceso de privatización de las empresas de servicios públicos.

1998

El presidente Ernesto Pérez Balladares, que ya había privatizado el Instituto Nacional del Telecomunicaciones (INTEL) y el Instituto de Recursos Hidráulicos y Electrificación (IRHE), llama a un referendum en el que la población se niega a su reelección. Finalmente convoca a las elecciones generales de 1999. El nuevo presidente encabezaría los actos de la devolución final del Canal a manos panameñas.

1999

Mireya Moscoso, viuda de Arnulfo Arias y candidata del Partido Arnulfista, se convierte en la primera mujer en ocupar la Presidencia de Panamá. Moscoso derrota a Martín Torrijos, cuyo slogan de campaña era: "Para recuperar el Canal, el hijo del General". En la mañana del 31 de diciembre sale el último soldado de EE.UU. en Panamá y finaliza el proceso de reversión de las bases y el Canal a las autoridades panameñas.

2000

El 18 de noviembre se celebró la X Cumbre Iberoamericana en Panamá. El terrorista cubano Luis Posada Carriles fue detenido por planear un atentado con explosivos contra Fidel Castro quien daría un discurso en el Paraninfo de la Universidad de Panamá. Mediante un comunicado Geoge W Bush pidió que el gobierno estadounidense no le conceda la libertad condicional al General Manuel Antonio Noriega por temor a represalias en su contra.

2001

El 18 de febrero el helicóptero HP-1430, que transportaba a familiares de la presidenta Mireya Moscos, cae al mar a 20 millas de Río Hato. Abordo del HP 1430 iban dos primas de la presidenta Mireya Moscoso. Las autoridades hicieron hundir el aparato para evitar la investigación. Panamá reclamó sin suerte a Estados Unidos por la limpieza de la isla San José contaminada con bombas químicas.

2002

El legislador perredista Tito Afú destapó el escándalo CEMIS denunciando el pago de coimas en la Asamblea Nacional. Diputados de los dos partidos mayoritorios, el PRD y el Arnulfismo, estaban implicados. También estalló el escándalo “durodólares” cuando en el congelador de la casa de la directora administrativa de la presidencia de la República, Dalvis Xiomara Sanchéz, se encontraron 30 mil dólares que no podía justificar.

2003

Se celebró el Centenario de la República de Panamá que comenzaba un nuevo ciclo histórico con la soberanía total sobre su territorio. Entre los festejos se incluyó la realización del certámen de Miss Universo Internacional. El gobierno de Mireya Moscoso estaba acorralado por las acusaciones de corrupción.

2004

Martín Torrijos Espino, hijo del desaparecido General Omar Torrijos Herrera asumió la presidencia de la República de Panamá con el 47% de los votos. Guillermo Endara, el presidente que llegó al poder con la invasión, salió sorpresivamente en el segundo lugar con el 30% de los votos. Antes de dejar el poder, Mireya Moscoso indultó a Posada Carriles.

2005

Cuba restableció sus relaciones diplomáticas con la nación istmeña en agosto, en ocasión de la primera graduación de estudiantes panameños en la Escuela Latinoamericana de Medicina, donde estuvo presente el presidente Martín Torrijos junto al líder cubano Fidel Castro.

2006

Se realizó el referéndum para la expansión del Canal de Panamá. El pueblo panameño decidiría la construcción de un tercer juego de esclusas. 56.7% no participó en la votación. Al otro día el bus de la ruta Mano de Piedra corredor 8B-06 se incendió y murieron 18 personas calcinadas. Se desata la tragedia del dietilenglycol , sustancia tóxica introducido en un jarabe para la tos, distribuido por la Caja de Seguro Social.

2007

El 9 de septiembre de 2007, Manuel Antonio Noriega culminó sus 17 años de prisión en Estados Unidos por narcotráfico. Un mes antes el juez estadounidense Williams Turnoff dictaminó su extradición a Francia. Este país exigía que Noriega pagará por el delito de lavado de dinero y aceptó su figura de prisionero de guerra. Todavía no se decide su extradición.

Fuentes:

Wikipedia

Revista cultural “La Lotería”

Diario “La Estrella” de Panamá

Archivos varios

Equipo de Investigación, Seguimiento y Redacción de Aporrea.org
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A 20 años de la invasión a Panamá familiares de caídos reclaman justicia


Más de 26 mil efectivos militares nortemericanos y proximadamente 400 bombas lanzadas a barriadas populares de Panamá, fueron suficientes para devastar un país, que a la fecha aún reclama justicia.

Tras dos décadas de la noche fatídica del 20 de diciembre de 1989, cuando marines estadounidenses invadieron la nación centroamericana, dejando hasta ahora, un incalculable número de víctimas, la Asociación de Familiares de Caídos, demandaron este domingo justicia por la agresión a la que fueron sometidos.

Dirigentes de la organización exigieron que la fecha sea declarada Día de Luto Nacional, como un homenaje a quienes perdieron la vida en la agresión norteamericana.

El secretario general del opositor Partido Revolucionario Democrático (PRD), Mitchell Doens, señaló que los panameños no merecían esa matanza masiva, al tiempo que alertó sobre la intención del actual gobierno panameño de establecer nuevas bases aeronavales en su país, con la participación de militares estadounidenses.

Asimismo, el ex ministro de Obras Públicas Benjamín Colamarco, responsable en aquel entonces de los Batallones de la Dignidad, destacó la actitud de los panameños que con dignidad combatieron para defender la patria.

La invasión fue ordenada desde Washington, por el presidente estadounidense de esa época, George Bush (padre), bajo el mal llamado nombre de "Causa Justa", el cual involucró a unos 26 mil efectivos de unidades élites, a los cuales se sumaron otros 12 mil localizados en las bases militares desplegadas en el territorio panameño.

Con la excusa de apresar al dictador panameño Manuel Antonio Noriega, por presuntos cargos de narcotráfico y de apropiación indebida de bienes de capital estadounidenses, marines bombardearon el barrio El Chorrillo y San Miguelito.

En una operación en horas de la madrugada, tropas norteamericanas lanzaron más de 400 bombas, dejando totalmente devastadas las populosa barriadas, con un saldo aún desconocidos de víctimas inocentes.

Paradojicamente, el General Manuel Antonio Noriega, quien ejercía la presidencia de Panamá, fue uno de los principales colaboradores de la Agencia Central de Inteligencia ( CIA ) durante la década de los ochenta.

Bases norteamericanas amenazan la región

A 20 años de la invasión a Panamá, bases norteamericanas siguen amenazando la región, en esta oportunidad con la activación de la Cuarta Flota y el acuerdo suscrito por el gobierno de Colombia con Estados Unidos, donde al menos siete bases militares colombianas serán utilizadas por tropas estadounidenses.

A éstas se le suman, las intenciones manifiestas del presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, quien ha puesto a la orden el territorio de la nación centroamericana, para activar bases militares norteamericanas.

Noriega prisionero y llevado a EE.UU

Tras la invasión, Noriega fue detenido y llevado a Estados Unidos para ser enjuiciado bajo las imputaciones de narcotráfico y lavado de dinero, interpuestas desde 1988.

Noriega, quien cuenta hoy con 75 años, fue sentenciado a 40 años de prisión, pero por buena conducta la condena le fue reducida a 17 años, la cual cumplió el 9 de septiembre de 2007.

Su permanencia aún en prisión, se debe a que la defensa legal trata de hacer valer su condición de "prisionero de guerra" para evitar la extradición a Francia -donde es reclamado por blanqueo de dinero- y volver a su país a enfrentar otros cargos judiciales.

La decisión está actualmente en manos de la Suprema Corte de Estados Unidos.

teleSUR-PL-La jornada/sv - FC

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viernes, 18 de diciembre de 2009

Curazoleños han denunciado su temor de que EEUU utilice la isla como punta de lanza contra Venezuela



Eva Golinger
Más de 100 buques de guerra de EEUU han "visitado" la isla en un año
La abogada, quien ha logrado publicar documentos desclasificados de EEUU con los cuales ha confirmado ataques desde ese país contra Venezuela, reveló que la propia población de las islas caribeñas, y en especial de Curazao, han denunciado por diversas vías su preocupación ante lo que consideran una intención de atacar a Venezuela.

La abogada venezolana-estadounidense Eva Golinger, advirtió que desde hace más de tres años y medio el Pentágono norteamericano ha estado incrementando la presencia de buques de guerra, armamento y tropas en las islas bajo jurisdicción de Holanda, y confirmó que la gente de Aruba y Curazao, y especialmente en esta última nación, han denunciado su temor de que se utilice su territorio para agredir militarmente a Venezuela.

Entrevistada en el programa Dando y Dando, que transmite VTV, Golinger respaldó la denuncia hecha por el Presidente Hugo Chávez desde Dinamarca, en un acto multitudinario popular con los Movimientos Sociales de Copenhague, y confirmó que desde el año 2005, se han incrementado las visitas de los grandes portaaviones, buques y naves de guerra a Curazao, donde EEUU tiene un "contrato" con el Gobierno de los Países Bajos (Holanda), para operar un aeropuerto y un puerto de aguas profundas, que ellos denominan "lugar de Operaciones de Avanzada".

"En Curazao, desde 1999, EEUU tiene contrato con el gobierno de Holanda, no con el gobierno de Curazao que posee una especie de Gobernador regional que no toma decisiones estratégicas ni de defensa", advirtió Golinger, agregando que este contrato se renovó en 2005.

Dijo que Aruba, Bonaire y Curazao son aún zonas coloniales que no dependen de sí mismas. Informó que en Curazao apenas tiene una población de menos de 200 mil personas, y están atemorizados por el uso militar de su territorio ante la frecuencia e incremento de naves de guerra norteamericanas con alto poder destructivo.

Golinger informó que en 2005 visitó Curazao y constató la preocupación popular. Mostró ejemplares de periódicos de la isla, de los años 2005 y 2006, donde se evidencia la presencia de estos buques y la matriz de opinión que se intentó sembrar para acusar a Venezuela de querer "anexarse" las islas.

"Entraron más de 100 buques de guerra en un año, fue un aumento del mil por ciento", acotó Golinger.

Además, Golinger hizo hincapié en que 2006 es el año en que EEUU considera a Venezuela como una "amenaza, un peligro".

"Es el año en que Venezuela aparece en las listas de EEUU de los países que no cooperan con la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico (...) y en todos estos intentos por relacionar a Venezuela con delitos", explicó.

Igualmente, agregó la abogada que en 2006 se comienza a hablar del Socialismo del Siglo 21, el nacimiento del Bloque ALBA, se realizan los comicios por la reelección presidencial e inmediatamente vino la prohibición de EEUU de venta repuestos a los aviones que vendió a Venezuela y una escalada militar y mediática norteamericana contra el Gobierno Bolivariano.

Golinger acotó que los mismos habitantes de Curazao denunciaban que la gran fuerza militar de estos buques de guerra se relacionaba de alguna manera contra Venezuela, y nunca antes habían llegado en tanta cantidad y con tanta frecuencia a la isla.

"La gente del pueblo lo denunciaba: que tenían miedo, que iban a ser utilizados como punta de lanza contra Venezuela (...) Viendo los buques y noticieros presentían esto", puntualizó.

(VTV)

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Abogan por la verdad sobre invasión estadounidense a Panamá

Panamá. (PL) Los llamados de organizaciones sociales para retomar la verdad sobre la invasión estadounidense a Panamá cobran hoy fuerza en el escenario nacional, en vísperas de conmemorarse dos décadas de ese nefasto acontecimiento.

Como parte de las acciones, el Frente Nacional por los Derechos Económicos y Sociales (FRENADESO) convocó a una concentración para el próximo 20 de diciembre ante la antigua sede diplomática de Washington en esta capital.

El objetivo de esa acción es mantener viva la memoria de la agresión que dejó un importante saldo de víctimas fatales y pérdidas materiales al país.

Hasta el momento, añadió FRENADESO, nadie ha asumido la responsabilidad por los hechos que representaron además una violación a los derechos internacionales y humanos.

Por su parte, el Partido Alternativa Popular afirmó que tras dos décadas del genocidio, "se ha caído la máscara de supuesta liberación con que los medios de comunicación al servicio del imperialismo han querido cubrir la salvaje y cruenta agresión militar".

En el contexto actual, dijo FRENADESO, la atención se concentra además en la decisión del gobierno de instalar 11 bases aeronavales en diversos puntos del país.

En una iniciativa lanzada bajo el argumento de combatir el narcotráfico, surgen las dudas sobre la posible presencia militar de otros países en las citadas instalaciones, lo cual resulta incongruente con el perfil constitucional del país.

Al informar sobre el proyecto, las autoridades ratificaron que las estaciones serán operadas por efectivos procedentes de los servicios Aeronaval y de Fronteras, así como de la Policía Nacional.

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jueves, 17 de diciembre de 2009

El Comité Permanente demandó el Acuerdo de las bases militares de EE.UU. en Colombia


¡Demandado el acuerdo de las bases militares de EE.UU en Colombia !

El Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos le solicitó al Alto Tribunal de lo contencioso administrativo.

La nulidad del acuerdo para instalar siete bases castrenses en territorio colombiano.

El día 15 de Diciembre de 2009, el Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos presidido por el ex magistrado LUIS CARLOS BONILLA RICO, a través del abogado LUIS CARLOS DOMÍNGUEZ PRADA presentó ante la Sección Primera del Consejo de Estado demanda de Nulidad del Acuerdo suscrito entre los gobiernos de Colombia y Estados Unidos, que entre otras cosas, permite la instalación de siete bases militares norteamericanas en territorio patrio.

El vocero de la organización, Juan Carlos Bonilla, dijo que es un nuevo acuerdo bilateral y no la continuación de uno ya existente, como lo afirma el Gobierno, y de ahí la necesidad de que pase por la aprobación del Congreso de la República.

Agregó que este convenio contiene muchos elementos novedosos, que no se compensan con los precedentes que aún están vigentes entre los dos países, es decir, que no hacen parte de ninguno de los 17 documentos de esa naturaleza que han sido firmados por los gobiernos de Colombia y Estados Unidos.

"Esto, en realidad es una coartada del Gobierno, pero tenemos el precedente de que el Consejo de Estado dio una opinión y, efectivamente, dijo eso: que esto no se ampara, porque es un asunto nuevo, de una incidencia importantísima a nivel cualitativo de presencia militar, no de tránsito de tropas, que requiere de un trámite especial", dijo el abogado Juan Carlos Domínguez Prada, quien también hace parte de la plataforma.

De la misma manera, señaló que se trata de una disposición que atenta contra la soberanía nacional, aspecto que constituye uno de los pilares del Estado moderno, junto al territorio y otros elementos intangibles como la Nación.

El abogado indicó que no sólo Colombia sino los países vecinos se verían sometidos a este riesgo latente y permanente de persecusión, teniendo en cuenta que la simple presencia en la Base de Palanquero le otorgaría a los marines norteamericanos la capacidad de monitorear a todos los países de América Latina.

La importante acción instaurada que está llamada a provocar trascendentales decisiones judiciales del más importante órgano de la jurisdicción administrativa, hace un análisis del Acuerdo, concluyendo que se trata de un verdadero Tratado Internacional que como tal, debe cumplir con los requisitos legales, constitucionales e internacionales –Convención de Viena- de este tipo de instrumentos. Requisitos que fueron escamoteados por el gobierno colombiano al suscribir el Acuerdo. Demuestra el demandante que contrario a lo afirmado por éste, el Acuerdo no desarrolla facultades ya pactadas en tratados vigentes, sino que lo entregado por el país en materia de soberanía rebasa ampliamente los Acuerdos y Tratados suscritos entre los dos países.

Según el abogado demandante Domínguez Prada, lo anterior hace obligatorio que el Acuerdo sea aprobado por el Congreso de la República como Tratado tal como lo ordenan la Constitución Nacional y la Convención de Viena. Así el funcionario que lo suscribió, el canciller Jaime Bermúdez, actúo por fuera de su competencia y usurpando la jurisdicción del Congreso, lo cual hace nulo de nulidad absoluta el Acuerdo.

La demanda solicita al Consejo de Estado la SUSPENSIÓN PROVISIONAL del Acuerdo mientras se surte el trámite de la nulidad, lo cual eventualmente hace que en cuestión de unos meses el Acuerdo de las bases militares no pueda ser implementado. Esto solucionaría el más importante motivo de tensión internacional del gobierno de Colombia frente a los de América latina que mayoritariamente se han pronunciado contra la instalación de bases militares extrajeras en el sub continente.

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Bases militares en Colombia y Panama

“El despertar de América Latina no debe ser obstaculizado, sino apoyado para poder propiciar la paz. Una nueva conciencia se está creando en el hombre latinoamericano y sólo podrá haber paz si se permite que esta conciencia siga su propio cauce. Quien se opone a esta actitud está creando la hostilidad que propicia la existencia de convulsiones. Si se nos impide emprender cambios pacíficos, estamos empujando a nuestros pueblos a que propicien cambios violentos”.
Omar Torrijos Herrera.

1. La política militar del Siglo XX y América Latina.
El dominio militar de los EEUU sobre América Latina se apoyó fundamentalmente, a lo largo del siglo XX, en la organización de un triángulo que cubría el Caribe, con uno de sus vértices plantado en Panamá en la “Zona del Canal”. Sólo los desafíos de la II Guerra Mundial lograron poner sobre el mapa de guerras al Pacífico central y como espacio de seguridad al territorio continental sureño, debido esto último a la incorporación directa de las reservas de Brasil, Argentina, Venezuela, Perú, Bolivia y Chile en el litigio.

De todos es sabido que el fin de la II Guerra dejó una nueva distribución de fuerzas en el mundo y una nueva carta de conflictos determinada por el enfrentamiento de dos sistemas antagónicos de desarrollo. Se inauguró lo que se llamó la “Guerra Fría”, cuyo teatro de guerra fundamental fue la frontera Euroasiática y la bomba atómica, el armamento disuasivo principal. En este marco Panamá, habiendo demostrado vulnerabilidades por el Pacífico, fue reforzada con la ampliación del pie de fuerza norteamericano y de las infraestructuras ubicadas en las riberas Sur del Canal, especialmente en los aspectos naval y aéreo. Pero el resultado de la guerra, ya lo hemos dicho, fue también que América del Sur tomó importancia estratégica para los EEUU como reserva energética, mineral y alimentaria. Así que se trazaron a su vez, varios anillos de seguridad para garantizar el transporte marítimo de la materia prima extractiva, pasando el último de éstos por el Istmo, justo donde se situaba el vértice Sur del triángulo defensivo del Caribe.

Desde este punto de vista, las bases yanquis en Panamá tomaron poco a poco un carácter estratégico global de primer orden, insertas como fueron en el sistema mundial de seguridad de los “espacios vitales” de Washington. Se trazó en ese marco, hacia la región hemisférica, la doctrina de contención contrainsurgente, con vías a garantizar el estatus quo de dominio imperial y neutralizar en el escenario continental a su enemigo principal, el “comunismo”. Y nace así el Comando Sur, uno de los comandos estratégicos del mundo, con su Cuartel Central ubicado en la zona interoceánica.

Las bases estacionadas en el Canal asumieron entonces dos funciones fundamentales: la de garantizar la contención del “comunismo” a nivel del continente, y la de defender el canal a nivel del país; y con ello nos metieron a paso forzado y en “platea”, en el Conflicto Este-Oeste. Seguros estamos que sobre tal política pesó, en grande, el desarrollo creciente en la región de la base social y política antifascista y progresista resultante de la II Guerra Mundial, la cual había madurado profundamente en términos de conciencia democrática y nacional por las estrategias de alianzas alcanzadas durante el conflicto.

2. La Cuba socialista: un nuevo capítulo.
El triunfo de la revolución cubana abrió un nuevo capítulo en el Continente por su significado geopolítico. La URSS, cabeza del sistema socialista y hasta ese momento a distancia del continente, llegaba a nuestras playas. Esto transformó de inmediato la composición y tamaño del Comando Sur, así como el armamento emplazado en el patio. Por ejemplo, fuimos el primer país al Sur de Río Bravo, en tener dentro de su territorio misiles inteligentes autogobernados tierra-aire, tierra-mar y tierra-tierra, estos últimos apuntando hacia Cuba. Howard (base aérea) pasó a ser una base estratégica que cubría no solo al Caribe, sino a todo el territorio continental; se ampliaron y modernizaron todos los dispositivos de inteligencia destinados a la “alerta temprana” ‒incluso en territorio marítimo‒, y se incrementaron las capacidades para el apoyo logístico de las unidades especiales. La Brigada 193 de Infantería fue estructurada con componentes aerotransportados de largo alcance, lo que dio servicio por ejemplo a Bolivia, Brasil, Colombia y otros países del Cono Sur. Y por supuesto, todo este proceso continuo intensificándose con el desarrollo de los movimientos de liberación nacional en nuestros países, sobre todo de los años 1960 en adelante.

Quiere decir que la llegada de la potencia extra-continental al traspatio imperial había hecho de la guerra de alta intensidad hacia la región, ya no una posibilidad lejana sino una pesadilla cercana en las cabezas guerreristas del Pentágono, a la vez que las hipótesis de guerra contrainsurgente se verificaban en la geografía continental. Esto se expresa especialmente en una política de “mano fuerte” entre finales de los años 1960 y finales de los 70, con el incremento de regímenes dictatoriales reaccionarios montados por las agencias conspirativas imperialistas; pero también y como negación, en las disidencias dentro de las propias filas del sistema hemisférico de la “Seguridad Nacional”, de militares latinoamericanos que asumían vías nacionalistas progresistas con significativas transformaciones sociales para sus pueblos.

Son estas tendencias las que empujan a los EEUU a darle una mayor coherencia y ámbito de acción a su guerra contrainsurgente basada en la doctrina de “Defensa y Desarrollo Interno” (DDI), con la llamada “Guerra de Baja Intensidad”, la cual propuso desde sus orígenes no solamente enfrentar las guerras emergentes de liberación nacional, sino combatir también en la misma escala a los gobiernos disidentes, con guerras insurgentes contrarrevolucionarias. Esta concepción implicó claramente nuevos emplazamientos en la región, como fueron los de posicionamientos avanzados en las retaguardias de los escenarios de guerra (por ejemplo en Honduras frente al sandinismo); el montaje de dispositivos mediáticos complejos de guerra psicológica; un papel agresivo de la actividad diplomática del “garrote y la zanahoria”, y sobre todo, el perfeccionamiento y sofisticación de las operaciones de inteligencia y contrainteligencia. El mejor ejemplo lo vivimos en nuestro país, Panamá, en el que no solamente se aplicó toda la receta de la “Guerra de Baja Intensidad”, sino que se llevó a nivel de “Guerra de Mediana Intensidad”, del tipo “Convencional Limitada” con la Operación “Causa Justa” de invasión, a fin de destruir el aparato defensivo militar nacional, verdadero objetivo de la operación. Como lo hemos afirmado en otras ocasiones, la guerra de invasión a Panamá significó el punto de inflexión que marcó el viraje global del Conflicto Este-Oeste hacia el Conflicto Norte-Sur, en un contexto en el que la hegemonía sobre los mercados de suministros de materias primas estratégicas semitransformadas y sus vías de transporte, sobre los recursos naturales como el agua y el petróleo, y sobre el abanico de valores financieros neo-coloniales alcanzaban para la potencia imperialista la mayor importancia en su proyección de poder…

3. La caída del “Muro de Berlín” y la nueva guerra.
La caída del sistema socialista acentúa este proceso de reordenamiento del conflicto mundial tradicional, fenómeno que se manifiesta ya claramente en la “Guerra del Golfo”, y luego en las invasiones a Irak y Afganistán, donde se demuestra un completo refinamiento de lo aplicado en Panamá. Algunos aspectos de estas guerras valen ser subrayados:

Lo primero es que para el éxito de las operaciones, las nuevas tecnologías militares no exigen aquellos grandes emplazamientos estratégicos fijos, en posiciones avanzadas cercanas a los teatros de guerra como lo fueron por ejemplo, las bases de Tailandia con relación a Vietnam. Las operaciones de mediana intensidad contra Panamá partieron cómodamente desde Fort Bragg, Carolina del Norte en EEUU y Vieques en Puerto Rico. Los bombarderos invisibles en particular, nunca tocaron la tierra panameña; sólo las acciones tácticas de infantería usaron las bases canaleras del Comando Sur como apoyo, y sus unidades llegaron la misma noche de los encuentros de guerra. El Estado Mayor trabajó desde el territorio norteamericano en tiempo real, bajo la dirección del Jefe de Estado Mayor Conjunto, y las fuerzas acantonadas tradicionalmente en el área del canal hicieron un trabajo más que todo policíaco; les tocó hacer la “limpieza” final y custodiar el nuevo orden.

Lo segundo es la extrema importancia asignada al factor sorpresa y velocidad, así como la alta concentración de fuerza aplicada a los pequeños espacios; el rol abarcador del “estratagema” en el campo táctico, la labor precisa de la inteligencia sobre los blancos de guerra y el uso de armamento inteligente especialmente destructivo. Todos estos elementos fueron fundamentales durante la Operación “Causa Justa”, así como la predominancia de la guerra psicológica (casi una verdadera bomba “neutrónica” dirigida al alma nacional, que antecede a la operación militar de fuego) y la acción diplomática envolvente. En el caso nuestro el imperio vistió de narcotráfico al enemigo de guerra, en la figura del Gral. Noriega; en el caso de Irak y Afganistán construyó al fantasma del terrorismo sobre las figuras de Hussein y Bin Laden, y en los tres casos el recurso fue bueno para el éxito de la actividad diplomática de aislamiento, si bien de corta vida porque la verdad reflota en la superficie luego de los desenlaces violentos. De cualquier forma, en este terreno de la violencia lo que no podemos pasar por alto, es que el tiempo vale oro independientemente de la duración, aunque represente sólo cambios que nada más resistan una pantalla mediática.

Lo tercero es el papel de la naval, que está ocupando casi el puesto de las fortalezas fijas en posición avanzada. Hoy por hoy un portaviones es una verdadera base militar móvil, capaz de sostener batallones completos aerotransportados de desplazamiento rápido, infantería naval y escuadras de aviones tácticos bombarderos, con sistemas de guianza satelital y de ubicación precisa del enemigo. Significa que no se necesitan ya pies de fuerza numerosos y permanentes en tierras continentales ajenas, sino justo lo necesario para un sostén logístico.

Por último, la electrónica y las telecomunicaciones se han tornado en pieza nodal de la dirección de la guerra. Dentro de los parámetros doctrinales actuales y las estrategias que se deducen, los emplazamientos multinacionales, en sistema, de estos equipos y su personal técnico y militar devienen estratégicos; reemplazan la existencia de cualquiera base militar tradicional como centros de mando operacional. Y tienen la singularidad de que pueden ser manejados, en un alto porcentaje, por personal civil.

4. El enemigo y las nuevas hipótesis de guerra.
En resumen, las hipótesis de guerra yanquis están dominadas al presente por la contradicción creciente y antagónica, no solamente entre los movimientos de liberación nacional y el estatus-quo oligárquico imperialista de nuestras naciones, sino ya, entre Estados del sub-continente, que asumen la vía de la independencia ‒todavía sin construir una sociedad socialista‒ y los Estados del Norte dispuestos a imponer a toda costa sus políticas neocoloniales.

Esto ha sido simplificado y cubierto con la envoltura del narcotráfico y el terrorismo en el campo de la percepción, para su venta fácil al mercado planetario. El terrorismo tomó figura de enemigo estratégico con los hechos del 11 de septiembre en los Estados Unidos, mientras que el narcotráfico ya había cabalgado en nuestra historia continental por varios años. Pero en los dos casos, es simplemente la necesidad de formular un nuevo blanco, manejable, que justifique su política de guerra, una vez ha caído el caballito alado del “comunismo”.

Sobre el narcotráfico, es importante precisar que “el negocio” (porque es un negocio) es creación de ellos mismos; y como fenómeno es expresión profunda de la crisis estructural, financiera y política del sistema capitalista en su estado de salud terminal. Éste se sostiene sobre una mercancía especialmente dual por sus atributos de valores y circunstancialmente vital en el mercado de consumo de su juventud, junto a las tareas sucias de la guerra. Actualmente el más alto porcentaje de las psicotrópicas corren por las filas del propio ejército norteamericano. El problema presente es que todo ello se les ha transformado en un hongo, que los está decapitando con su crecimiento exponencial al salírseles del control de sus manos y convertirse en un ingrediente brutal de la crisis financiera que los abruma y del desmoronamiento social. Entonces hay interés real (esto es cierto), de retomar el control de sus flujos ‒no de eliminarlo o castigarlo‒, con la singularidad ahora de que han nacido intereses particulares que corporativamente se manejan por encima de las fronteras nacionales y al margen de toda institucionalidad formal. La diferencia en este marco entre ese Norte de expoliación salvaje y nuestro Sur de pueblos bolivarianos, es que lo que para ellos representa un negocio altamente rentable y medio de sobrevivencia de la plutocracia alcanzada, para nosotros representa un instrumento complicado de deformación de nuestras economías, de desestabilización política; un serio ingrediente contra la formación espiritual y patriótica de nuestras juventudes y un factor agresivo violatorio de nuestras soberanías nacionales. Hay pues dos visiones diferentes de un mismo problema.

Su lucha, que quede claro, no es entonces para liquidar un “negocio” creciente y atractivo, cuyos flujos monetarios masivos, al reflotar en la economía legal bajo los controles del tesoro federal habrán generado ya ‒y continuarán generando‒ exorbitantes ganancias; un negocio que mueve en los actuales momentos críticos de la producción industrial capitalista, una parte sustancial de la economía mundial y que financia sus políticas de guerra. Tenemos que ser exactos pues, al entender este problema: lo que EEUU trata de resolver, con su espectáculo de guerra “sin cuartel” al narcotráfico es nada más y nada menos que volver a reservarse el control del circuito de flujos de la mercancía y dineros, con la dificultad ahora, de encontrar condiciones muy complejas por el surgimiento de intereses independientes que ya no quieren aceptarlo de “mandador”.

Es de esta forma que para ellos, eso que fue una necesidad se les ha vuelto un dolor de cabeza y un nuevo factor de conflicto, si bien ya no del tipo Este-Oeste. Es un conflicto en otra vertiente, que además ha ganado dimensión geopolítica al transformarse como sector económico en un polo real de poder transnacional, dominando incluso a Estados, lo cual les preocupa porque a través de las miles de aristas que presenta como negocio, también queda al alcance de lo que han calificado “terrorismo internacional”. Es decir que está al alcance de los movimientos revolucionarios de liberación que enfrentan la violencia del terrorismo estatal, y no solamente como fuente de financiamiento sino y sobre todo, como medio de obtención de armamentos.

Pero la pregunta central sigue siendo para nosotros: es este el enemigo estratégico del Pentágono en América Latina?... Pues no… El enemigo estratégico son los movimientos de liberación nacional y de transformación revolucionaria socioeconómica, las fuerzas que ya sean como gobierno o como movimientos alternos luchan por nuestra verdadera independencia y se proponen levantar un desarrollo nacional progresista, con profunda equidad social.

5. Las nuevas bases militares del Pentágono en América Latina y Panamá.
Si seguimos la lógica de la doctrina planteada por el Pentágono, indiscutiblemente que el espacio de cobertura continental se les complica para sus estrategias, por las condiciones que ofrecen los contextos del conflicto Norte-Sur para las nuevas hipótesis de guerra y sus escenarios. Esto lo pudimos percibir claramente en Panamá después de la invasión y en la manifestación expresa de sus intereses al solicitar la permanencia de varios de sus emplazamientos en el área del Canal, aduciendo las necesidades de la seguridad del canal y de los nuevos conflictos que estaban supuestamente en su mesa de examen, como los del narcotráfico, la “bomba” migratoria, la ayuda humanitaria en caso de desastres, etc. Lo que hoy proponen para Colombia, es ni más ni menos lo que propusieron para Panamá con la máscara del Centro Multinacional Antinarcóticos (CMA) durante el segundo lustro de los años 1990, que no era más que un puesto avanzado para la logística de control territorial del sub-continente, basado en la geometría que habían inaugurado desde mediados del Siglo XX (los anillos de seguridad para el Sur y el triángulo defensivo del Caribe).

La resistencia del pueblo panameño, a pesar de las difíciles condiciones en que desarrolló la lucha, derrotó esas nefastas intenciones. Y como consecuencia les desorganizó todo el esquema militar del Siglo XXI para la región. Han pasado hasta ahora 10 años de aquella derrota el 31 de diciembre de 1999, cuando tuvieron que sacar todas sus bases militares del territorio nacional en cumplimiento de los Tratados Torrijos Carter, y todavía no encuentran cómo reordenar el diseño. La geometría tradicional les ha variado varias veces; pues en ese lapso el triángulo defensivo caribeño se les hizo escaleno al tocar Ecuador, variando su centro de gravedad original; los anillos sureños se les achataron; se les ha perdido luego el vértice del triángulo al liquidarse la Base de Manta con el gobierno revolucionario de Rafael Correa, y por último han tenido que poner el vértice perdido, por lo general propio de territorios seguros en la retaguardia de los teatros de guerra, en la zona de mayor conflicto, en el país de la guerra, en el balcón de las operaciones de combate. Si nos alumbramos con sus antecedentes en Panamá, no me equivoco al afirmar que pueden estar tranquilos los narcotraficantes colombianos, porque ahora la droga viajará de forma expedita y por avión a los EE.UU., bajo custodia militar y sin pasar por México; pero además, que pronto podremos ver a las fuerzas armadas de liberación de Colombia, pertrechados con un sofisticado armamento de fuego, de primera línea.

El complejo de bases militares para Colombia debe interpretarse entonces en relación con la doctrina global de la “Seguridad Nacional” norteamericana, aplicada a los problemas planteados por el conflicto estratégico Norte-Sur del hemisferio, y las hipótesis y escenarios de guerra surgidos por las nuevas condiciones de esta América, que ha decidido asumir sus propios patrones de desarrollo, sin tutelas imperiales, tomando como plataforma sus ventajas comparativas y capacidades competitivas. Hay algunas de carácter estratégicas dirigidas a toda la región, como son la aérea de Palanquero en el Magdalena Medio y las navales en Cartagena (Atlántico) y Málaga (Pacífico) para el apoyo a su IV Flota; otras en tanto, son de carácter tácticas, dirigidas en lo medular a impartir adiestramiento sobre la “guerra sucia”, a garantizar la dirección de las operaciones contra las fuerzas insurgentes revolucionarias colombianas, a fortalecer la seguridad de sus emplazamientos estratégicos (todo lo cual los enrumba por los caminos de Afganistán), y finalmente a darle apoyo logístico a la subversión contra el proceso revolucionario de Venezuela1. La formulación es en esencia la misma que se le presentó a Panamá para continuar su presencia militar en el país después del año 2000. Si algo ha cambiado es que no vemos por ejemplo, la réplica de la gran Base de Clayton acogiendo de forma permanente una Brigada de infantería y algunos batallones específicos, entre los cuales el Batallón 470 de inteligencia. Pero es que, como ya hemos dicho, esas enormes unidades no son hoy necesarias; y luego, la inteligencia se ha reducido a unidades de “Think Tanks” agregados de procesadoras y complejas redes digitales, trabajando en tiempo real. Desde este ángulo, su centro está muy bien resguardado en el “bunker” de la inteligencia para América Latina que abriga la nueva Embajada de los Estados Unidos en nuestro país.

Nos aclarar que Panamá no precisa al presente, de ningún convenio nuevo para que opere cómodamente el manual militar yanqui a favor del papel que le ha asignado al territorio ístmico en el nuevo mapa geopolítico. Primeramente, el Tratado de Neutralidad Permanente firmado en el marco de los Tratados Torrijos‒Carter reservaron para ellos derechos residuales neocoloniales en el terreno militar, como son el compromiso de la defensa conjunta con el fin de mantener abierto de forma permanente el Canal de Panamá, o el derecho al paso expedito de naves militares norteamericanas, que es interpretado por ellos como “paso prioritario” (lo cual viola la neutralidad) y por nosotros como “una tramitación simplificada”. Esto, sumado a las posiciones que volaban en el Senado norteamericano sobre los Tratados, desfigurando su verdadero sentido, hizo que el Gral. Torrijos manifestara tajantemente al Presidente Carter, el día de su firma en la sede de la OEA en Washington, que el mismo “nos coloca bajo el paraguas defensivo del Pentágono, pacto éste que, de no ser bien administrado juiciosamente por las futuras generaciones, puede convertirse en instrumento de permanente intervención”2… A nuestro pueblo más tarde le diría también: “para que haya intervención, tiene que haber un pueblo con vocación de ser intervenido. Jamás ha detenido a un ejército un letrero que diga «Se prohíbe pasar». Todos sabemos qué es lo único que puede detener una intervención… y eso (…) le sobra al panameño”3.

Sobre el piso de este tratado, luego de la invasión y del montaje político bipartidista que hicieron los invasores para estabilizar el país, se han firmado hasta la fecha cinco convenios que autorizan diversas formas de actividad militar norteamericana en el territorio nacional4 y una ley que reestructura la fuerza pública como fuerza policíaca y contrainsurgente; en otras palabras, la base jurídica de las relaciones bilaterales para los efectos de una incursión foránea y para el pie de fuerza nacional que ha de implementar su estrategia está ya firmada, no como un patético libro colonial, aunque sí como una enciclopedia neocolonial; y en esto han participado voluntariamente tanto los gobiernos derechistas de nuestra oligarquía conservadora como los centroderechistas de la cúpula “torrijera” del Partido Revolucionario Democrático, partido paradójicamente fundado por el Gral. Omar Torrijos H.

Sobre las bases militares recientemente anunciadas, decimos que son en su expresión formal y estructural pequeñas bases aeronavales panameñas, que recibirán una mínima dotación de personal naval (al mando de una patrullera), unidades del servicio aéreo (para helicópteros) y de policías guarda fronteras (unidades especiales). Son once bases en total a lo largo de nuestras costas e islas, que si las analizamos en términos de la actual actividad del narcotráfico en el territorio, o de necesidades nacionales como el control de la pesca ilegal, el custodio de las entradas del Canal, etc., no solamente son correctas en su ubicación sino que faltarían algunas más.

No existe pues ninguna base estratégica norteamericana programada, porque no la necesitan sencillamente; con las de Colombia tiene suficiente. El problema para nosotros es de otra índole; es conocer a qué doctrina responde lo que se va a instalar. En ese sentido corresponde preguntarse, cuál es el enemigo por el cual serán instaladas?... Quién tiene la voz central de mando en ellas?... Sabido es que cada una de las bases tendrá emplazados radares y sistemas de telecomunicaciones satelitales que serán manejados por empresas “civiles” norteamericanas… Y entonces la pregunta es: a qué dispositivo de inteligencia irá directamente la información recogida y quién decidirá con ésta, sobre las operaciones?... Nuestra experiencia en esto del narcotráfico, es que no todos los narcotraficantes son enemigos de la DEA, ni todos los que trafican armas por nuestras aguas son enemigos de la CIA o del Pentágono; sin embargo sí pueden ser enemigos de nuestra patria.

Si respondemos a estas preguntas con sentido lógico, encontraremos que la ecuación propuesta es perfecta para ellos. Somos una especie de “agencia privada de seguridad” al servicio de sus grandes bóvedas de dólares, de sus “Price Smart” hemisféricos, de sus agendas de guerra. Y para ese fin, simplemente nos pagan con sus famosas “ayudas” ‒verdaderas migajas‒, poniendo nosotros los muertos mientras ellos se llevan las ganancias; o en otras palabras: el más puro neocolonialismo!... Demás está decir entonces, que somos en esencia un componente más ‒y de segunda categoría‒ de la cadena militar de custodia de sus intereses en el marco de su doctrina de “Seguridad Nacional”. Esa es la cruda realidad!..

A nuestro país le toca levantar todavía el cuerpo de defensa destinado al cumplimiento de sus compromisos internacionales y al custodio de sus intereses nacionales. Es una tarea ineludible en el proceso de la consolidación del Estado nacional independiente. Nos corresponde, por ejemplo, defender la neutralidad del Canal, que se extiende a todo el territorio nacional mediante el Artículo II del Tratado de Neutralidad, el cual estatuye la neutralidad “para que el canal y consecuentemente el Istmo de Panamá, no sea objetivo de represalias en ningún conflicto bélico entre otras naciones del mundo”. A este respecto es obligado constatar que la existencia, ahora, de dos bases navales estratégicas de agresión imperial en Colombia, una sobre el Caribe y otra sobre el Pacífico, nos pone ineludiblemente frente a un reto serio, pues la conectividad se hará a través del Canal, poniendo la neutralidad en riesgo en caso de guerra de tal alianza contra algún país hermano de Nuestra América5.

Nos corresponde en este mismo sentido defender nuestra soberanía nacional, custodiar nuestra riqueza natural, nuestro mar territorial, su zona económica, etc. Y por supuesto, nos corresponde defender a la sociedad panameña del crimen organizado transnacional y del terrorismo, tanto en el marco de la defensa nacional ‒visto como asunto de la soberanía territorial‒, como de la seguridad pública.

Sin embargo esto no es lo que está escrito en el libreto que nos vende Washington hoy. Su meta es vernos bajo su mando, disparando hacia los blancos continentales que ellos marquen; vernos cumplir su orden de operaciones al grito de guerra contra nuestro pueblo y los pueblos y gobiernos hermanos bolivarianos que luchan por la segunda y verdadera independencia. Qué equivocados están… No ha entendido que los tiempos de las “patrias bobas” terminaron…
Por: Manuel F. Zárate P.
12/12/200
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