Los sectores dirigentes tratan de sacarle todo el jugo posible al rescate militar de los quince rehenes. Se multiplican los elogios a la sabiduría, la «inteligencia» y la malicia militar y política de los autores de este acontecimiento, que, según ellos, parte en dos la historia del país.
Un comentarista afirma en El Espectador que el mando castrense colombiano supera en estrategia a Clausewitz y los grandes teóricos de la guerra. Los columnistas más atrevidos dan ya por derrotada a la insurgencia y empiezan a designar la actual etapa como el «postconflicto».
Este acelere trata de hacer olvidar a la opinión la crisis que sacude al régimen uribista, su proceso de descomposición y su responsabilidad en la actual etapa de corrupción y autoritarismo. Y procura aprovecharse para exaltar la figura del Presidente con el propósito de madurar su campaña para la segunda reelección, adobada por las encuestas y la dinámica propulsión de los medios informativos.
Pero, como lo señala Rudolf Hommes para el frente económico, al igual que el gringo del humorista Garzón los problemas están ahí, siguen ahí y tienden a agravarse.
El método que se usa en este caso es el de utilizar un resultado en el plano militar trasladándolo a la relación del sistema con la población, exagerando sus consecuencias a favor del prestigio del gobernante. El modelo se funda en la encarnación de todos los rasgos que supuestamente son atributos del gobernante para terminar atribuyéndole dotes excepcionales que lo convierten en un hombre providencial.
Para rematar este proceso se viene promoviendo en todas las formas y con todos los medios la celebración de marchas el 20 de julio en todo el país y el exterior, con el pretexto de condenar los secuestros.
Todo este aparataje está calculado para exaltar la bondad del actual gobierno de Uribe, promover su candidatura al tercer mandato y esconder las lacras de su administración.
Lamentablemente, hay sectores democráticos que han mordido el anzuelo y los vemos por ahí promoviendo activamente la participación en este intento de glorificar al uribismo, creyendo que se trata de rechazar el secuestro como método de lucha política. No se dan cuenta de que en esta forma están ayudando a la segunda reelección de Uribe, a pesar de que son contrarios al régimen actual y luchadores por una solución democrática de la crisis colombiana. La lógica indica que el movimiento de oposición es extraño a estos métodos tramposos de la derecha, que esconden los verdaderos objetivos de las acciones políticas para engañar a la opinión.
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Un comentarista afirma en El Espectador que el mando castrense colombiano supera en estrategia a Clausewitz y los grandes teóricos de la guerra. Los columnistas más atrevidos dan ya por derrotada a la insurgencia y empiezan a designar la actual etapa como el «postconflicto».
Este acelere trata de hacer olvidar a la opinión la crisis que sacude al régimen uribista, su proceso de descomposición y su responsabilidad en la actual etapa de corrupción y autoritarismo. Y procura aprovecharse para exaltar la figura del Presidente con el propósito de madurar su campaña para la segunda reelección, adobada por las encuestas y la dinámica propulsión de los medios informativos.
Pero, como lo señala Rudolf Hommes para el frente económico, al igual que el gringo del humorista Garzón los problemas están ahí, siguen ahí y tienden a agravarse.
El método que se usa en este caso es el de utilizar un resultado en el plano militar trasladándolo a la relación del sistema con la población, exagerando sus consecuencias a favor del prestigio del gobernante. El modelo se funda en la encarnación de todos los rasgos que supuestamente son atributos del gobernante para terminar atribuyéndole dotes excepcionales que lo convierten en un hombre providencial.
Para rematar este proceso se viene promoviendo en todas las formas y con todos los medios la celebración de marchas el 20 de julio en todo el país y el exterior, con el pretexto de condenar los secuestros.
Todo este aparataje está calculado para exaltar la bondad del actual gobierno de Uribe, promover su candidatura al tercer mandato y esconder las lacras de su administración.
Lamentablemente, hay sectores democráticos que han mordido el anzuelo y los vemos por ahí promoviendo activamente la participación en este intento de glorificar al uribismo, creyendo que se trata de rechazar el secuestro como método de lucha política. No se dan cuenta de que en esta forma están ayudando a la segunda reelección de Uribe, a pesar de que son contrarios al régimen actual y luchadores por una solución democrática de la crisis colombiana. La lógica indica que el movimiento de oposición es extraño a estos métodos tramposos de la derecha, que esconden los verdaderos objetivos de las acciones políticas para engañar a la opinión.
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1 comentario:
El articulo es bien claro en que la derecha esta utilizando la fuga de ingrid como bandera de la democracia y lo mejor los sectores "democtraticos" del pais aceptan y le bailan al uribismo hoy supuestamente reinante. asi lo que debemos procurar los sectores progresistas y revolucionarios del pais es lograr la maxima movilizacion de las masa en otros espacios como los colegios, universidades, industrias, etc. Saludos combativos y revolucionarios....
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