martes, 22 de julio de 2008

URIBE Y LA ENCRUCIJADA DE LA SOLUCIÓN MILITARISTA

Jaime Caycedo
El gobierno trabaja la opción de una victoria militar como eje y soporte principal de su proyecto. El objetivo es consolidar el ambiente de la salida militar del conflicto armado, en contraposición a la salida política por la que han luchado las fuerzas democráticas. El sobredimensionamiento propagandístico de algunos logros militares se presenta como “el fin del fin”, según un alto mando. Para la doctrina de la seguridad nacional del Pentágono, la negociación, en el conflicto de baja intensidad, es un asunto de fuerza y no de diálogo y acuerdo, bajo la amenaza del aniquilamiento del contrario. Por ello, la oferta de diálogo directo con las Farc, sin verificación ni apoyo internacional consensuado, con base en el modelo de Ralito, busca la desmovilización sin nada a cambio, el engaño y la extradición, como lo ha hecho Uribe con sus propios ex socios.

El legítimo sentimiento social que exige la paz y la libertad de los rehenes, aparece distorsionado y recubierto por la exaltación del triunfo militar en motivo de celebración patriótica. El gobierno da como un hecho que cuenta con un respaldo incondicional sin fisuras. La reforma política, la reforma a las cortes y las medidas económicas, que descargan el peso de la crisis en el pueblo, las encomienda como tarea a un parlamento desprestigiado, por efecto de la narcoparapolítica. La segunda reelección correría por cuenta de un referendo.

La solución militarista del conflicto armado parte de que no existen causas sociales de fondo, en la fragmentada e inicua realidad del país. Contrario a la ilusión de una “guerra limpia”, “aséptica”, sin muertos, como la “operación jaque”, la vía que intenta consolidar el gobierno, es violenta, costosa, autoritaria y despótica. No solo se pasa por encima de la división de poderes. El gobierno desconoce y viola el derecho internacional, las soberanías ajenas y el DIH, sin sonrojarse. Hay quienes sueñan con que la desaparición de las guerrillas revolucionarias, será la ocasión para el florecimiento de la democracia y de la izquierda. Están equivocados. Tal como la postula el régimen, es la paz romana. De allí al fascismo, no hay más que un paso.

Para las fuerzas democráticas hay una estrecha relación entre la vía hacia la paz, con diálogo franco y acuerdos humanitarios, y la salida democrática a la crisis de ilegitimidad, autoritarismo, corrupción, entrega de la soberanía y super explotación de los trabajadores que ha creado el régimen uribista. Sobre el empobrecimiento agudizado del pueblo y la limitación de sus derechos esenciales se ha levantado el enriquecimiento del grupo gobernante, el que se beneficia de la guerra. La lucha por una solución política, democrática y justa del conflicto armado no es sustituible por la expectativa de un apaciguamiento apoyado en la fuerza, la militarización de la sociedad, el choque con los vecinos, bajo la dirección estratégica del Comando Sur y la IV Flota estadounidense.


Iniciativas para resolver el problema de la tierra, de la extrema pobreza, de las riquezas naturales entregadas, de las libertades y el desmonte del paramilitarismo, son la plataforma desde el pueblo para la solución política. La paz democrática exige cambios en el poder y una Asamblea constituyente inclusiva, que reorganice democráticamente el Estado, como propone el Polo. Unir todas las resistencias, todas las voluntades y todas las voces para la paz democrática, tal es el camino.

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1 comentario:

Unknown dijo...

Y a mi me queda una duda, para que quieren dialogos de paz, para que vuelva a suceder lo del Caguan, para que le entreguemos el país a unos terroristas y narcotraficantes que se escudan en que son revolucionarios y están por y para el pueblo, cuando atacan directamente a ese pueblo y ese pueblo no los quiere ni poquito.
No podemos seguir pensando que la solución esta en creerle todas las patrañas a los de las FAR (la C ya la perdieron).