miércoles, 9 de diciembre de 2009

Reflexiones didácticas

El contraste entre Evo Morales y el porfiriato de Obama
Por Jaime Caycedo
El triunfo de Evo Morales para la presidencia de Bolivia confirma la vitalidad del proceso de cambios democráticos y su esencial vínculo con los intereses de las mayorías populares.

No hay duda de que su gestión ha tocado la fibra más profunda de una sociedad diversa en lo étnico y lo cultural, que construye una nueva identidad y un nuevo sentido de la unidad de la nación y el Estado.

Esto último es importante. Los hilos desestabilizadores del imperio apuntaron a los regionalismos separatistas ligados al bussiness transnacional para entrabar el proceso transformador, estimular las corrientes de la derecha y la violencia fascista, todo en el propósito de echar abajo las conquistas sociales.

Cuatro años atrás Evo alcanzó la presidencia con el 54%. El avance actual es evidente. Las fuerzas favorables al proceso democrático ganaron en Tarija y Chuquisaca, dos provincias que controlaba la derecha. El Movimiento al Socialismo, partido político del presidente ganó terreno en todo el oriente del país. La unidad de Bolivia adquiere una mayor contundencia con el respaldo popular al gobierno.

Es la consolidación de una tendencia hacia las transformaciones de fondo en el eje andino. La izquierda sigue siendo una alternativa frente al predominio de las desigualdades, el desarraigo campesino e indígena y, especialmente, la recuperación de las riquezas energéticas para la inversión en las necesidades sociales.

Evo Morales ha condenado con vehemencia las bases yanquis en Colombia y ha pedido un plebiscito continental contra ellas. Los grandes medios colombianos han desestimado la importancia de la victoria indígena en Bolivia y pretendido insinuar una imagen de autoritarismo y aplastamiento a la oposición. Los resultados en las urnas desmienten la mirada tendenciosa que coincide con las preocupaciones de Washington.

El triunfo de Evo es una decisiva victoria del pueblo boliviano y un estímulo para los pueblos de América Latina. Y es un revés para el gobierno Obama que se empeña en presentar unas elecciones fraudulentas en Honduras como el retorno a la institucionalidad, después de haber tramado el golpe de Estado en ese país. Un porfiriato pro yanqui, impuesto con el apoyo de las bases militares en territorio hondureño, es una nueva vergüenza en el continente.

El contraste es más que claro en los dos casos.

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