La consulta abierta del Polo va a despejar un momento crítico del futuro del país: o la consolidación del Polo como proyecto de unidad de la izquierda y núcleo dinámico hacia una convergencia de todas las reservas de la democracia empeñadas en una transformación avanzada, por una vía democrática, frente a la tiranía, mafiosa y corrupta que se escuda en la “seguridad”; o el viejo ritornelo de la llamada centro-izquierda que se prosterna ante le guerrerismo de Estado, culpa de todos los males a Chávez y a las FARC mientras cierra los ojos ante la entrega de la soberanía nacional al militarismo imperial.
Que todo cambie para que todo siga igual, parece ser la consigna de quienes temen asumir con decisión la bandera de un gran cambio democrático que supere la desinstitucionalización de la república a manos de la derecha narcoparamilitar, sustituya el régimen actual y su alianza militar con el imperialismo, por un régimen orientado a alcanzar la paz con justicia social y a construir las bases de una democracia real que supere la extrema desigualdad existente. El resultado de la consulta del 27 de septiembre introduce, en el debate público colombiano, la necesaria discusión sobre el contenido y las formas de un nuevo poder, de raigambre democrática, popular y civilista, decidido a recuperar la soberanía y el derecho a su plena autodeterminación, conculcados por el aberrante sometimiento del actual régimen a los zarpazos agresivos del Comando Sur hacia los cambios en América Latina.
De inmediato, se trata de construir, con el concurso de muchos pareceres, el proyecto de un gobierno democrático, de amplia coalición popular, pluralista en su composición pero comprometido con un programa de cambios básicos en la solución de los peores flagelos del pueblo. La discusión no puede ser otra que la de saber cuáles son esos cambios esenciales que pueden ser llevados a cabo, cómo es el aporte de cada fuerza, movimiento o partido y de qué manera se asume la intervención del pueblo para el control y resultados del proceso, en el marco de un gran acuerdo democrático de gobierno.
Mientras Uribe esté al mando ningún cambio avanzado será viable. Porque no basta con apartar a Uribe del poder mediante el voto si su nefasta orientación de gobierno pervive en la agenda de la derecha que intenta reemplazarlo y no se emprende la vía de su sustitución a través de la intervención popular. El error de Gustavo Petro consiste precisamente en confiar en que puede conseguir concesiones de la derecha a cambio de hacer de la izquierda el furgón de cola del continuismo. Afortunadamente Carlos Gaviria Díaz ha asumido con total lucidez la aventura constructiva y coherente de un proyecto para el tránsito democrático hacia un nuevo rumbo del país en una plataforma de doce puntos. Conjuga las coincidencias del Ideario de Unidad del Polo con las medidas prácticas que un gobierno popular debe asumir en la creación de mejores condiciones de vida para la mayoría de las personas y los nuevos retos de lucha.
Un espíritu abierto de diálogo, intercambio de ideas y propuestas tiene que buscar aproximar las inquietudes, iniciativas y realizaciones de los movimientos populares, indígenas, de los derechos humanos, del sindicalismo y las organizaciones sociales en la lucha política por un nuevo gobierno democrático. Todas las fuerzas y corrientes políticas del país que tengan algo que aportar a la idea de un país decente son bienvenidas a la convergencia para idear soluciones y compromisos sin los cuales el acuerdo democrático sería ilusión.
Jaime Caycedo
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