miércoles, 22 de octubre de 2008

¿La Hora del Polo?



. Gabriel Becerra

Atropellado por los acontecimientos de la crisis internacional y nacional, el PDA celebra las delegad@s elecciones internas para elegir su segundo Congreso Nacional y al primer Congreso Nacional del Polo Joven. La agotadora e inevitable tarea electoral, hasta ahora principal combustible del debate interno, ha tenido que enfrentarse a la cascada de los acontecimientos de los últimos días, donde golpea con más fuerza la pregunta ineludible: ¿Cuál es la salida democrática que el Polo está proponiendo y construyendo, para superar la crisis del establecimiento reaccionario que poco a poco estalla a lo largo y ancho del país?.


Las respuestas y las propuestas son urgentes a riesgo de terminar siendo simples espectadores de los hechos o protagonistas marginales de las resistencias y las luchas populares que despiertan. El cambio no vendrá tranquilamente, ni como consecuencia lógica del evidente fracaso de la receta Uribista. Menos aún, de formulas o pactos por arriba con quienes hoy oportunistamente se presentan como demócratas, pero tienen en su haber la responsabilidad de gobernar el país con las mismas fórmulas antisociales y guerreristas que con amnesia hoy critican.


Para el cambio se necesitan además de principios y acuerdos programáticos mínimos, que no son sinónimo de sectarismo sino de coherencia, una visión realmente renovada que no desprecie el papel decisivo de los pueblos que luchan y resisten con o sin el Polo en la defensa de la educación y la salud pública; en el movimiento indígena; entre los trabajadores del Estado; con el movimiento de derechos humanos; entre el campesinado y los pequeños productores. Significa decir NO al poder corruptor que seduce y compra. No a la política en la que todo cambia pero en el fondo todo sigue igual.


Alguna enseñanza debemos extraer de la experiencia latinoamericana para el proceso interno, sin pretender adoptarlas mecánicamente. Fácilmente son identificables por lo menos tres factores decisivos.


Primero, ante el fracaso de los proyectos de las oligarquías hubo fuertes y masivas movilizaciones y luchas de masas, convertidas en algunos casos, como en Bolivia, en verdaderas insurrecciones populares. No hay ningún proceso de cambio en Latinoamérica que haya surgido de los pactos o los acuerdos entre cúpulas o sanedrines.


Segundo, procesos políticos unitarios, amplios y complejos, unidad de unidades, que supieron tramitar sus diferencias y canalizar electoralmente el descontento social para mantenerse como proyectos alternativos en disputa permanente con las oligarquías.


Tercero: programas de gobiernos renovadores, antiimperialistas y democráticos, orientados especialmente en la región Andina, hacia procesos Constituyentes que han propuesto rehacer sus instituciones bajo las premisas de la soberanía, la paz y la justicia social.


Unas y otras enseñanzas son validas para Colombia, y especialmente para el Polo, sobre todo cuando asistimos al desbarajuste del proyecto de la derecha, se reaviva la lucha social y se amplían las posibilidades para materializar un proyecto democratizador de la vida nacional. Ojalá esta crisis ayude a madurar el proceso para hacer de ella la hora del cambio que el Polo debe liderar


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