viernes, 5 de marzo de 2010

Hace 21 años fue asesinado José Antequera. No fue un crimen político más, sino un verdadero magnicidio


Conmemoraciones

El 3 de marzo de 1989 el país entero se conmovió. Ese día, en uno de los crímenes más alevosos que haya conocido Colombia, fue acribillado en pleno aeropuerto El Dorado, José Antequera.

En la acción, quedó herido el dirigente liberal Ernesto Samper quien se encontraba accidentalmente en el lugar.

Secretario general de la Juventud Comunista y destacado dirigente de la Unión Patriótica UP, José Antequera ya era una prominente figura nacional. Contaba con 34 años y había nacido en Barranquilla, cuyo Caribe corría por todas sus venas.

Antequera resolvía una ecuación casi imposible: buen danzarín, bohemio, mamador de gallo, cordialidad a flor de piel, y de contera, bien plantado, lo que unía con su entusiasmo por las tareas políticas, amén de ser magnífico expositor y mejor orador.

Antequera y el autor de estas notas, fuimos cooptados a la dirección nacional de la juventud comunista en octubre de 1978.

De Pepe guardo los mejores recuerdos, incluidos aquellos que me remontan al sopor de alguna interminable reunión del "ejecutivo" cuando se deleitaba, trazando en una hoja cualquiera, los rostros de todos con un resultado sorprendente. Siempre creí que en Antequera se había extraviado un dibujante de extraordinarias cualidades.

Dos días antes de su muerte, lo vimos encabezando con la bandera de la UP, al lado una docena de líderes del movimiento, el cortejo fúnebre de Teófilo Forero, secretario nacional de organización del partido comunista, y sus tres camaradas, Leonilde Mora, su mujer, Antonio Sotelo y José Antonio Toscano, masacrados el 27 de febrero en Bogotá.

Centro de Memoria conversó con la esposa de Antequera, María Eugenia, Álvaro Vásquez, miembro, como José, del comité ejecutivo del partido comunista y Carlos Lozano, director de Voz, sobre su legado.

"El daño es irreversible y permanente, pero por ser él como era, lleno de alegría y optimismo, con ese amor por la vida, sus hijos Erika Patricia y José Darío, y yo, salimos adelante, aunque nunca fue fácil pues el dolor de su desaparición siempre estará presente", señala.

Erika y José contaban con 13 y 5 años el día de la tragedia.

Para María Eugenia "esa fe que nos legó a todos se convierte en plena confianza en que las nuevas generaciones, como él en su tiempo, están destinadas a cambiar el país".

"En estos 21 años se reafirma con mayor claridad que su asesinato se encaminaba a eliminar, no solo a la izquierda, sino todo signo democrático de la nación como hemos seguido padeciendo estos años, mientras la estigmatización contra lo progresista se mantiene", añade.

Reafirma lo que ha dicho todos estos años: "El crimen continúa en la más completa impunidad. La Fiscalía no ha resuelto nada, prácticamente no hay ninguna investigación, menos detenidos o procesos en curso sobre autores materiales o intelectuales. La Corporación Reiniciar mantiene una querella ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos".

"Con el paso de los años crece el recuerdo y su memoria se dimensiona. El legado es su alegría, su optimismo en la vida, en los cambios, y eso jamás lo pueden destruir ni las balas asesinas ni la distorsión de los hechos", enfatiza.

Álvaro Vásquez, ex secretario general del partido comunista entre 1990 y 1996, compartió siete años con Antequera en el comité ejecutivo nacional de esta organización.

"José era uno de los cuadros más prometedores que había dado la lucha y la intelectualidad joven de Barranquilla", anota

"Para nosotros su muerte fue uno de los más duros golpes por toda la proyección que tenía, ya no solo como líder juvenil sino popular, y muestras de lo cual brindó como destacado dirigente de la Unión Patriótica hasta el fin de sus días", relata.

Agrega que "sustituir a José en la dirección del partido, donde resolvía con enorme entusiasmo las tareas de la organización, era impensable, para entender el gran vacío que dejaba".

Por esos años, el genocidio contra la UP prácticamente cercenó de tajo media dirección del partido y desapareció una generación completa de cuadros jóvenes.

"Esa era la misión principal de los autores de estos atentados, borrar del país una generación de relevo en la dirección de la izquierda y con visión en los asuntos capitales del país", anota.

Vásquez rememora que José era un permanente estudioso de los problemas del país. "Siempre tenía una opinión seria y profunda que matizaba con gran facilidad de expresión sobre los temas más palpitantes, ya sea en la política, la economía o la cultura".

Mantenía una columna semanal en el diario conservador de la familia Pastrana, La Prensa, que ganaba cada vez más audiencia.

"El domingo anterior a su muerte, recuerdo que me visitó a mi casa para mirar la tesis que terminaba para una maestría en ciencias políticas sobre un campo de su especial preocupación, el de los problemas de la juventud y allí volví a observar toda la profundidad de sus elaboraciones teóricas".

Añade que "en política era un gran respetuoso de las más diversas opiniones, aunque era firme en sus convicciones revolucionarias, con su estilo abierto y franco y eso lo hizo ser muy respetado en otras vertientes, del liberalismo y la izquierda, donde lo invitaban a exponer sus puntos de vista", acota.

Por su parte, Carlos Lozano, quien hizo parte de la dirección nacional de la Juventud Comunista cuando José era su secretario general, lo recuerda como un hombre muy dinámico y actualizado, de una gran capacidad de trabajo, lector vivaz y de notables inquietudes intelectuales.

"Cuando José era el máximo líder de la organización juvenil y yo era el secretario de propaganda y medios, entre 1984 y 1989, recuerdo que mantenía una viva amistad con él y con otro grupo de camaradas y solíamos reunirnos, no solo para mantener animadas discusiones sobre textos marxistas hasta el amanecer, sino para analizar joyas de la literatura como el Cuarteto de Alejandría, que leímos con entusiasmo o textos de García Márquez. Ese era Pepe, como le decíamos con cariño, lleno de calor humano y una alegría desbordante", señala.

Como líder juvenil, indica Lozano, contribuyó mucho en la tarea de crear conciencia sobre la misión de las nuevas generaciones en la transformación del país; de ahí su responsabilidad como Coordinador Nacional de Juventudes que agrupaba a todos los sectores y que tenía como norte la conquista de nuevos derechos para los jóvenes.

"Él ya había sido un destacado dirigente estudiantil de la Universidad del Atlántico en Barranquilla y de la Unión Nacional de Estudiantes Universitarios, en una escuela de debate y lucha por los reivindicaciones del alumnado".

Para Lozano no se trató de un crimen político más sino de un verdadero magnicidio por todo lo que significaba su figura y su incuestionable proyección en la vida del país.

"Antequera, como muchos otros líderes de la izquierda, Bernardo Jaramillo, Leonardo Posada, Pedro Nel Gómez, entre muchos otros, también asesinados por el establecimiento, eran revolucionarios que creyeron en el fervor de la lucha juvenil, pero comprendieron que el triunfo popular era una tarea de largo aliento y sin desesperación, labraban el camino de la organización hacia los cambios profundos. El cercenar sus vidas promisorias ha sido uno de los peores crímenes que se hayan perpetrado contra el país".

Al Cementerio Central de Bogotá, asistieron miles de personas a despedir a José Antequera, tras un largo desfile desde el Concejo de Bogotá donde había sido velado. En varias ciudades del país tuvieron lugar actos simbólicos con nutrida asistencia.

Y el domingo siguiente, el cantante argentino Piero, en un concierto en la Media Torta a reventar, se refirió a Pepe como esos hombres que los pueblos jamás pueden olvidar.

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