viernes, 30 de octubre de 2009

Firmado acuerdo militar entre Colombia y EE.UU.



Bogotá. (PL) Colombia y Estados Unidos firmaron hoy un controvertido acuerdo militar, por el cual tropas de la nación norteña harán uso de bases estratégicas en el territorio nacional, lo que es visto por varios países como una amenaza a la región.

El documento fue rubricado por el ministro colombiano de Relaciones Exteriores, Jaime Bermúdez, y el embajador de Estados Unidos aquí, William Brownfield, en un acto privado que se cumplió en la sede de la Cancillería local.

A juicio del comandante de las Fueras Militares colombianas, general Freddy Padilla, la materialización de dicho acuerdo es muy positivo y una necesidad para este país y aseguro que "la región tiene beneficios también", aunque no entro en detalles al respecto.

Contrarias a las declaraciones del general Padilla, varias voces del espectro político nacional, incluido partidos, ven en el citado pacto una violación a la soberanía colombiana y una amenaza a la estabilidad y la paz en la región.

En virtud del mismo -hasta donde han informado Washington y Bogotá- habrá permanentemente en Colombia por lo menos mil 400 soldados estadounidenses, 800 de manera directa y otros 600 bajo condición de contratistas, lo cual es considerado por varios países como un peligro real para el hemisferio.

Colombia y Estados Unidos sostienen que este acuerdo está dirigido a fortalecer la lucha contra el narcotráfico, argumento que muchos consideran, incluido gobiernos vecinos, como un pretexto para encubrir las verdaderas intenciones geopolíticas del Pentágono en la región.

En tanto, hasta el momento no se conocen detalles del acuerdo y crecen las preocupaciones en tono al tema de la inmunidad, aspecto sensible para muchos colombianos, toda vez que son conocidas las prácticas de los militares estadounidenses en sus bases desplegadas por el mundo.

Desde que se anunció este acuerdo militar entre Estados Unidos y su principal aliado en Suramérica, Colombia, en la región se levantó una ola de rechazo por las implicaciones que entrañan la presencia de tropas norteñas al sur del río Bravo, en un contexto donde se producen cambios sustanciales y progresistas en varios países del área.

De acuerdo con analistas latinoamericanos, esos cambios no parecen que son vistos con buenos ojos por las elites de poder en Washington, pues contravienen sus pretensiones hegemónicas en lo que siempre han considerado su traspatio.

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