miércoles, 11 de marzo de 2009

LA UNIDAD NO DETIENE SU MARCHA


Jaime Caycedo


Varios de los grandes medios de comunicación siguen empeñados en exhibir la supuesta división del Polo. Hacen caso omiso de los acuerdos alcanzados, ratificados por las votaciones de su Congreso en plenaria, e intentan darle legitimidad únicamente a las opiniones minoritarias que quieren un remedo de Polo paralelo.

Esta manera de mostrar las cosas es, por lo menos, una falta de respeto con una organización política legal, que actúa en la vida nacional como una fuerza de la oposición al régimen existente y que ha consolidado su perfil como una alternativa al sistema dictatorial de la guerra infinita, de los privilegios al gran capital y a las mafias del narcoparamilitarismo.

Le temen al Polo porque lo presienten, con razón, como un rival de peso mayor. Pero, sobre todo, porque puede canalizar el creciente descontento nacional y popular. El arma de la diatriba, de la calumnia, de la tergiversación, de la mentira, abunda para mostrar, no solo la pretendida división, sino también el empequeñecimiento del Polo, su inminente desaparición. Todo ello por no colocarse en el terreno de alianzas exclusivas con las fuerzas tradicionales y los amigos del gobierno. La llamada izquierda “moderada” ha perdido arraigo y es objeto de morboso manoseo por la derecha.

Tienen razón en algo: el Polo de hoy no es el de ayer. La pluralidad de fuerzas de la izquierda ha ganado en madurez y conducción. Los congresos previos del Polo Rosa, Polo Joven y Mujeres expresaron las líneas gruesas de una conducta ratificada por el segundo Congreso: el Polo lucha, sin equívocos, por un cambio democrático en el país; el eje de sus decisiones es la conformación de una táctica hacia el poder, que no niega las convergencias necesarias, pero las abre en una perspectiva de acción conjunta con otras fuerzas de raíz popular. He allí el gran pecado que hace la diferencia.

Que el Polo se manifieste como una visión de izquierda no significa que cierre puertas, como lo proclaman los pretendidos disidentes. En lo inmediato está la lucha contra el afán reeleccionista. Están convocados todas las vertientes de la inconformidad y todos los que se oponen a la permanencia de Uribe en el gobierno. En la batalla de ideas está planteada la necesaria remoción del continuismo, su reemplazo por un gobierno de amplia coalición democrática y popular, con un programa de alternativas progresistas para enfrentar la crisis capitalista, con sus nefastas consecuencias y para superar la guerra civil por una vía de reformas incluyentes, diálogo y acuerdos verificables con garantías.

Los comunistas nos sentimos comprometidos a aportar una cuota mayor de compromiso en el fortalecimiento del Polo como el instrumento político decisivo de la hora. La unidad es el legado fundamental del segundo Congreso. Su consolidación consecuente exige materializar la elección, en el más breve plazo, de su Comité ejecutivo, el desarrollo de sus conclusiones para la consulta popular y el programa del nuevo poder para los cambios democráticos.


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