jueves, 25 de febrero de 2010

Reflexiones del secretario general del Partido Comunista

Uribe refleja una política exterior sin futuro.

Para todo observador serio, la Cumbre de Cancún representa un acontecimiento de enorme relieve.
Por primera vez en el hemisferio los países latinoamericanos y caribeños se reúnen en la perspectiva de conformar una organización propia de nivel continental, al margen de la tutela de dos Estados norteamericanos, Estados Unidos y Canadá.

Esta propuesta no es arbitraria ni carente de fundamento histórico y político. La organización existente, la OEA, ha entrado en crisis, como se mostró en el momento de la readmisión de Cuba y, especialmente, en el manejo del grotesco golpe de Estado en Honduras. La OEA fungió hasta hace pocos años como un instrumento de la política hemisférica de Estados Unidos en el contexto de la guerra fría. El otro instrumento, el TIAR, había sido denunciado y desmontado por acuerdo de los países miembros.

La “expulsión” de Cuba, en 1962, y el conflicto de las Malvinas, en 1982, mostraron el significado anti latinoamericano y hegemonista de la OEA bajo la línea exterior de Washington. En ambos casos, los gobiernos colombianos de Lleras Camargo y Turbay Ayala cumplieron un vergonzoso papel, especialmente en el caso de las Malvinas.

En Cancún los gobiernos han decidido unánimemente abrir un proceso para la conformación del nuevo escenario de América Latina y el Caribe.

El gobierno colombiano expresa una doble postura evidente en este nuevo momento. De una parte, se ve obligado a aceptar el proceso sin protagonismo constructivo ninguno, va a rastras de la situación pero teme aislarse aún más del continente.

De otra parte, necesitaba hacerse notar con su política hostil frente a Venezuela en una ocasión fuera de contexto pero suficientemente provocadora para el consumo interno mediático colombiano.

Todos los medios hicieron su labor: reducir la cumbre de Cancún al incidente Chávez-Uribe, restándole importancia al hecho trascendental que allí se ha decidido y que tendrá continuidad en las futuras cumbres de Caracas y Santiago de Chile.

No es verdad que la oposición en Colombia respalde a Uribe en el incidente provocado en Cancún.

Es lamentable que la política exterior del Estado se vea expuesta en los escándalos que, crecientemente, evidencian el desencuentro del régimen uribista y el resto de gobiernos latinoamericanos y caribeños.

JAIME CAYCEDO

Secretario General del Partido Comunista Colombiano / PDA
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