- Gabriel Becerra
4 de febrero de 2009. Con la realización esta semana en la ciudad de Ibagué del I Congreso Nacional del Polo Joven se entra en la recta final del II Congreso del PDA que sesionará del 26 al 28 de febrero próximo en Bogotá. Sus debates y definiciones empiezan a decantarse y con ello aumentan los señalamientos y provocaciones contra su unidad, que serán la nota predominante durante las próximas tres semanas.
Artificialmente y con un claro propósito manipulador la gran prensa habla de los "moderados y modernos" a los que promueve abiertamente aprovechando las ansias de protagonismo personal de algunos dirigentes, y de los "ortodoxos y sectarios", a los que con la ayuda lamentable de personas como Gustavo Petro, macartiza y señala de aliarse con sectores tradicionales del establecimiento, y a la misma vez, irónicamente con las FARC. Todo tiene verdaderamente un tono de desespero, oportunismo y de bajeza reprochable.
Lo cierto es que como es normal de cara a un evento como el previsto existe un debate sobre las definiciones centrales que debe adoptar esta fuerza política unitaria en el corto y mediano plazo. Debate que finalmente decidirán los 1500 delegados que fueron elegidos democráticamente al máximo evento y no la gran prensa. Sustancialmente se trata de definir qué tipo de unidad es la que lidera y propone el PDA y el para qué de la misma en las condiciones actuales.
Ante la crisis capitalista internacional y sus efectos económicos y políticos internos lo que se impone no es la política de conciliación y concesiones con la derecha en cualquiera de sus presentaciones. Hacerlo, por las ambiciones de ser gobierno a cualquier precio o de saciar aspiraciones personales, como quedo en evidencia en el caso de Angelino Garzón, es enterrar definitivamente este nuevo esfuerzo de unidad de la izquierda y los sectores democráticos.
La unidad que se reclama es aquella que es coherente con un proyecto radicalmente opuesto al del bloque dominante que representa Uribe o cualquiera de sus voceros. Es la unidad pregonada por Carlos Gaviria para construir la paz y la democracia verdadera en Colombia y superar sus desigualdades económicas y sociales. No puede ser que lo sectario sea defender estos principios acordados colectivamente en el congreso fundacional y lo amplio negociarlos con quienes necesitan de la fuerza del Polo para mantener el statu quo.
Sí es posible construir alianzas y acuerdos con amplios sectores políticos y sociales del país sin hipotecar el proyecto democratizador que el PDA le propone a la sociedad colombiana. Un nuevo gobierno democrático es posible convocando la fuerza de los excluidos, del movimiento indígena, los trabajadores, los estudiantes, las mujeres, los campesinos, las victimas de la violencia, los desempleados, los marginados históricamente por el régimen colombiano.
Gabriel Becerra
Volver a la página principal
No hay comentarios:
Publicar un comentario