Por Carlos Gutierrez Cuevas
La respuesta obvia, porque ninguna empresa internacional encontró suficiente atractiva la "joya de la corona", debe abrir paso a análisis más profundos que los publicados hasta ahora.
1. Planeación desastrosa
Con su declaración, ridícula, de que ante la falla del Plan A aplicará ahora un plan A Plus, Fernando Carrizosa pretende desviar la atención del desastre de su gestión (algunos la califican de circo), al frente a una operación de la que, como comisionado de la junta directiva, fue co-partícipe con el banco de inversión.
Para amoldarse a los deseos de la junta, la banca de inversión desconoció las tendencias que determinan el negocio de las comunicaciones, sesgó el examen de la situación de la empresa y presentó una opción a la medida del grupo entronado la dirección de ETB desde hace varias años: el mismo que entregó a precio de ganga las acciones de Comcel, entregó el servicio de TV y generó la crisis de lo que fue Ola, luego feriada a Millicom.
Sin control ni transparencia
A resultas de esa cadena de acciones impunes que han perpetrado contra los intereses de la ciudad y de ETB, el Distrito Capital no tiene, como erróneamente afirman algunos, el control de la empresa, aunque mantiene aproximadamente el 87 por ciento de las acciones.
Ese control lo perdió el gobierno distrital desde cuando la alcaldía de Antanas Mockus, a expensas de este grupo, cedió el control de la empresa a quienes, a cuenta de un paquete de acciones con que especulan en la bolsa y respaldados por el más poderoso conglomerado financiero del país, orientan a su antojo la compañía de comunicaciones.
Cinco de los siete renglones de la junta directiva representan esos intereses a los que Carrizosa ha servido primero como miembro de esa junta a nombre del Distrito y luego como delegado de dicho conglomerado financiero y de donde pasó, sin solución de continuidad, a la presidencia por designación que le hizo la misma directiva.
Guarnecido detrás de la Declaración de Accionista Mayoritario, el grupo de Carrizosa, Contreras, Pérez y sus lugartenientes Feferbaum y Laureano; manejan ETB a espaldas de la intervención del Concejo y Alcaldía, de los pequeños accionistas, de los organismos de control público y de la opinión ciudadana.
Por eso pudieron, al contrario de acciones similares encaminadas a fortalecer financiera y operativamente una entidad, manejar a su amaño y sin publicitar los términos, este proceso amparados en una "confidencialidad" contraria a la naturaleza pública de la empresa y al objetivo que se pretendía alcanzar.
Y, aunque ciertamente el secretismo facilita los manejos torcidos, choca a quienes querrían participar en condiciones mínimas de seriedad y equilibrio. Es errónea y no tiene fundamento la versión según la cual los pretendientes no se acercaron por las exigentes condiciones impuestas por el Distrito: si tales condiciones formaron parte del pliego (asunto dudoso pues los delegados del Distrito no participaron en la elaboración del mismo), los responsables del proceso debieron advertirlo a tiempo, en lugar de exponerlas ahora como excusa de su fracaso.
El mundo se mueve
La ambigüedad y la falta de transparencia que caracterizan a la dirección de ETB de un tiempo para acá, reducen las oportunidades de construir alianzas fructíferas en escenarios tan dinámicos como los de las comunicaciones.
Si bien las crisis de las economías avanzadas afecta el clima de negocios, en este caso no tiene mayor incidencia como lo demuestra, por ejemplo, la adquisición de Vivo en Brasil por parte de Telefónica por U$ 9.760 millones (Otras versiones afirman que el pago fue de U$7.500 millones). Sin duda, las redes de ETB resultan atrayentes para proyectos de cobertura continental que van desde el sur de los Estados Unidos hasta la parte baja de Chile y Argentina.
Frente a una oferta seria y bien estructurada de alianzas, es evidente que muchas compañías interesadas en consolidar su presencia en el contexto latinoamericano, incluido Brasil- estarían dispuesta a acompañar a ETB. Pero ante un proceso dudoso, chapucero y sesgado, lo mejor que podían hacer era abstenerse como, en efecto, lo hicieron.
Darle un nuevo rumbo a ETB implica cambiar al grupo empotrado en la dirección de la empresa (incluidos, obviamente, los truhanes asesores compinches de Carrizosa), redefinir su carácter de propietaria de una moderna red robusta, enfocarla a los servicios de calidad y vincularla a los procesos de información y comunicación de los que nuestra sociedad es protagonista.
Es evidente que la única salida no es, ni mucho menos, la del aliado estratégico en los términos en que lo plantea quienes piensan como el grupo que maneja ETB. Lo que pasa en otras partes demuestra que hay una amplia gama de opciones y que lo fundamental es crear alternativas inteligentes en vez de calcar (y mal) fórmulas desuetas.
En Brasil, para no ir más lejos, hay ejemplos que demuestran la conveniencia de ganar confianza en las capacidades propias, de examinar los comportamientos y tendencias de las comunicaciones y generar procesos enfocados en la gente y los servicios de calidad que requiere la sociedad.
Fuente Volver a la página principal
No hay comentarios:
Publicar un comentario