AL COLOQUIO « POSTCOLONIALISMO Y UTOPÍA DE LA EMANCIPACIÓN”, BOGOTÁ, 15 A 17 DE ABRIL DE 2009.
Queridos amigos (as),
Quiero, al dirigirles mi saludo fraternal, expresar de entrada mi sentimiento profundo de no poder estar con ustedes y participar de sus debates como esperaba. Pero sabía que mi estado de salud hacía este viaje casi imposible para mi corazón fatigado y nuevas pruebas crueles vinieron a alterarlo aún más estos últimos meses. Guardo un recuerdo luminoso de una serie de conferencias en Bogotá, hace años, y saludo a los amigos que quizás han conservado estos contactos en la memoria.
Al discutir con Jaime Caycedo y nuestros amigos de la Fundación Gabriel Peri sobre el proyecto del actual encuentro “Postcolonialismo y utopía de la emancipación” se podrá entender que el artesano en mi persona de la conmemoración del bicentenario de la Revolución francesa en 1989 no podía dejar de ser poderosamente solicitado por la manera como ustedes se plantean hoy este otro bicentenario del movimiento revolucionario de las Américas 20 años después. Recurrir a la memoria es un procedimiento que me es entrañable y que intenté ilustrar en mi obra “1789, la herencia y la memoria”. Pero para ustedes, no menos que para mí, no se trata de encerrarse en un ejercicio académico o en una ilusión de continuidad.
El objeto es poner a prueba, en un marco estratégico privilegiado para los fines de la mundialización actual y del postcolonialismo, dos conceptos que han vuelto en los últimos años al centro de la escena: la utopía y la emancipación humana. No aquella utopía recusada por Marx antes de que la crítica neoliberal actual no se empeñara en darle una estocada final a “la ilusión” (François Furet), sino la reformulación de una lectura del progreso. Del proyecto de cambiar el mundo se ha discutido estos últimos años, como lo fue en el marco del Instituto de investigaciones marxistas en 2000 sobre el tema “la emancipación humana en el prisma del siglo XX” en oposición al slogan del “fin de la historia”. Se planteó la pregunta sobre el carácter operatorio del concepto en las luchas de hoy.
Sin duda su encuentro brindará aperturas, ilustraciones y perspectivas fecundas a partir de estos núcleos de experiencias y de esperanzas nuevas. Vuelvo a leer ahora la Historia socialista de la Revolución francesa, de Jean Jaurès. Cuando aborda sus países encuentra en los enfrentamientos de Santo Domingo (Haití) el primer “maltrato de consciencia” de la Revolución francesa. Que esta memoria sea para ustedes, al contrario, el medio de evocar los inicios de una gran esperanza.
Quiero, al dirigirles mi saludo fraternal, expresar de entrada mi sentimiento profundo de no poder estar con ustedes y participar de sus debates como esperaba. Pero sabía que mi estado de salud hacía este viaje casi imposible para mi corazón fatigado y nuevas pruebas crueles vinieron a alterarlo aún más estos últimos meses. Guardo un recuerdo luminoso de una serie de conferencias en Bogotá, hace años, y saludo a los amigos que quizás han conservado estos contactos en la memoria.
Al discutir con Jaime Caycedo y nuestros amigos de la Fundación Gabriel Peri sobre el proyecto del actual encuentro “Postcolonialismo y utopía de la emancipación” se podrá entender que el artesano en mi persona de la conmemoración del bicentenario de la Revolución francesa en 1989 no podía dejar de ser poderosamente solicitado por la manera como ustedes se plantean hoy este otro bicentenario del movimiento revolucionario de las Américas 20 años después. Recurrir a la memoria es un procedimiento que me es entrañable y que intenté ilustrar en mi obra “1789, la herencia y la memoria”. Pero para ustedes, no menos que para mí, no se trata de encerrarse en un ejercicio académico o en una ilusión de continuidad.
El objeto es poner a prueba, en un marco estratégico privilegiado para los fines de la mundialización actual y del postcolonialismo, dos conceptos que han vuelto en los últimos años al centro de la escena: la utopía y la emancipación humana. No aquella utopía recusada por Marx antes de que la crítica neoliberal actual no se empeñara en darle una estocada final a “la ilusión” (François Furet), sino la reformulación de una lectura del progreso. Del proyecto de cambiar el mundo se ha discutido estos últimos años, como lo fue en el marco del Instituto de investigaciones marxistas en 2000 sobre el tema “la emancipación humana en el prisma del siglo XX” en oposición al slogan del “fin de la historia”. Se planteó la pregunta sobre el carácter operatorio del concepto en las luchas de hoy.
Sin duda su encuentro brindará aperturas, ilustraciones y perspectivas fecundas a partir de estos núcleos de experiencias y de esperanzas nuevas. Vuelvo a leer ahora la Historia socialista de la Revolución francesa, de Jean Jaurès. Cuando aborda sus países encuentra en los enfrentamientos de Santo Domingo (Haití) el primer “maltrato de consciencia” de la Revolución francesa. Que esta memoria sea para ustedes, al contrario, el medio de evocar los inicios de una gran esperanza.
Aix-en-Provence, abril 10 de 2009-04-15
Michel Vovelle
Profesor emérito de la Universidad París I, Sorbonne
Antiguo director del Instituto de Historia de la Revolución francesa
Presidente del Consejo Científico de la Fundación Gabriel Peri.
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