Si los medios no hubieran revelado las cintas, muy probablemente el hermano del ministro de justicia andaría en Tunja, despachando como si nada
Por María Jimena Duzán. Semana
El mentalista Armando Martí llegó a decir del fiscal Mario Iguarán que su temple era de tal dimensión que, según su bola de cristal, él estaba predestinado a ser el hombre indicado para conseguir la paz entre el Tíbet y China.
Lamentablemente, debo decir que luego de tres años al frente del potro de la Fiscalía, las evidencias de que el síquico se pifió con esta predicción son abrumadoras. Comenzando, desde luego, por el tamaño tibetano de su temple.
Si hay algo que le ha faltado a este fiscal es carácter, aunque hay que reconocer que en sus momentos de inspiración ha tomado medidas valientes como la de reabrir la investigación por los desaparecidos del Palacio de Justicia o la de vincular a los militares que actuaron en la masacre de San José de Apartadó.
Si Iguarán fuera en realidad un fiscal con carácter, habría destituido a Guillermo León Valencia Cossio antes, y no después, de que Cambio revelara unas grabaciones que lo dejan muy mal parado ante el país -diálogos que, bueno es decirlo, sonrojarían hasta a los libretistas de El Cartel de los Sapos.
-Al haberlo hecho expost facto, dejó la impresión de que su fiscalía sólo actúa cuando los medios entran en el baile y que si no hubieran revelado las cintas, el fiscal Iguarán no habría tenido los pantalones para destituirlo: muy probablemente el hermano del Ministro del Interior y de Justicia andaría hoy en Tunja, despachando como si nada, preparando su defensa desde un poderoso puesto público, a costa del dinero de los sufridos contribuyentes.
Si es cierto, como dice Iguarán, que él no conocía esas grabaciones -sobra decir que su existencia era vox populi en la Fiscalía-, queda como un fiscal inepto. Y si sabía de ellas, su reacción tardía da para pensar que se asustó con el poder avasallador de los Valencia Cossio.
Lo dramático es que esta no es la primera vez que el Fiscal deja la impresión de ser un hombre sin carácter. Ya desde el episodio olvidado del brujo, el país se había dado cuenta de que Mario Iguarán tenía serios problemas en ese sentido.
El país lo perdonó, pero él no aprendió su lección y en la medida en que los nexos con los paramilitares tocaban a funcionarios o políticos allegados al gobierno del cual él había sido viceministro de justicia, su condición de Fiscal de bolsillo se fue afinando.
Fue entonces cuando vino el caso Noguera, el ex director del DAS acusado de tener vínculos con los paras. Iguarán, argumentando fallas procedimentales, lo dejó en libertad.
Con esos antecedentes, era de esperar que muchos de los para-políticos vinculados por la Corte Suprema hubieran renunciado al fuero y se dirigieran a la Fiscalía con la esperanza de que por esa vía pudieran salir tan bien librados como Noguera Y no se equivocaron.
Ahí está el caso del representante de Sucre Jairo Merlano, el primer para-político en renunciar a su fuero. Fue acusado por la Fiscalía y en el juicio el juez lo exoneró por falta de pruebas.
Aunque la Fiscalía apeló, quedó en el ambiente que o bien la acusación no estuvo bien sustentada o no se peleó con el perrenque debido, ya que por ese mismo caso, la representante de Sucre Muriel Benito Rebollo se acogió a sentencia anticipada y confesó sus crímenes ante la Corte Suprema de Justicia.
En el caso de Mario Uribe, primo hermano del Presidente, la actuación de la Fiscalía también presenta varias dudas. Primero, un fiscal delegado ante la Corte lo mete preso, y luego, meses después, el vicefiscal Mendoza, en segunda instancia, lo libera con el argumento de que esas pruebas no eran suficientes para encarcelarlo.
Se desestima la versión de Mancuso por confusa y la de 'Pitirri' por tratarse de un bandido de muy mala reputación, como si en estos procesos los testimonios los dieran las hermanitas de la caridad. Tal como vamos, lo más probable es que en pocas semanas se ordene la preclusión del proceso contra Mario Uribe y quede blindado para siempre, como sucedió con la investigación del general Rito Alejo, por paramilitarismo, precluida en la administración de Osorio.
A propósito: ¿por qué el fiscal -a pesar de que hay pruebas distintas sobre hechos diferentes a esa preclusión- no le ha abierto a ese general una investigación? ¿Por qué no se la abrió a Mario Uribe ni a Santiago Uribe por el episodio del montaje de 'Tasmania' hecho contra un magistrado de la Corte?
Puede que la actuación del Fiscal no encienda alarmas ni produzca mayor debate en el país. Pero algo me dice que Iguarán se va a ver a gatas para contestar las preguntas del fiscal de la Corte Penal Internacional cuando le indague esta semana por esas zonas grises de su gestión.
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